La vida de Toula (Nia Vardalos) se encamina a la monotonía. Ahora ella también es madre de una hija que intenta independizarse, su familia griega es cada vez más grande y ruidosa, y para colmo, los padres de ella no están casados por un error burocrático. Ahora todos deberán organizar la boda entre Costas y María, mientras Toula intenta mejorar la relación con su hija y revivir la pasión de su propio matrimonio.
Estamos ante la ¿esperada? secuela de Mi Gran Casamiento Griego, aquel film del 2002 que nos mostraba la dinámica interna de una típica familia griega llevada al cliché máximo para buscar risas en el espectador. Seguramente la gran pregunta que se hagan ustedes es si valía la pena que se haga una continuación y que salga casi quince años después. Bueno lector, se lo dejamos a su criterio.
En Mi Gran Casamiento Griego 2 el quid de la cuestión es más global. Obviamente el tema del casamiento vuelve a ser el tema principal, y podríamos decir que casi lo es por partida doble. Por un lado tenemos el porqué de que Costas y María en realidad no estén casados, y cómo la cabezonería de ambos lo único que logra es que el asunto se dilate más de lo necesario. Pero por otro lado, tenemos al personaje de Paris (Elena Kampouris), quien intenta separarse un poco de la tradición griega, mientras el resto de la familia ya le busca marido pese a que aún es una adolescente.
El tono de comedia ligth familiar vuelve a hacerse presente a lo largo de todo el metraje, apuntando claramente a un público que le escapa a las comedias que se basan en las flatulencias o los golpes. Hasta ahí todo bien, pero el enorme problema que presenta esta película es la poca originalidad que tiene a nivel guión (escrito por la propia Nia Vardalos).
La primera entrega funcionó. A muchos les encantó ver a esta familia griega convertida en sátira de sus costumbres y a otros nos pareció un film bastante menor. En esta ocasión se busca repetir la fórmula casi sin disimularlo, sólo con la excusa del paso del tiempo para cambiar algunas situaciones, o cambiar el foco del conflicto principal a otros personajes, y muy poco más.
Poco queda destacable entonces si sumamos que muchos de los momentos graciosos son a base de gritos e histrionismo por parte de todos los personajes, o de llevar al límite algunos pensamientos que a día de hoy, para los que no pertenecen a ninguna comunidad étnica, quedan bastante retrógrados.
Mi Gran Casamiento Griego 2 queda entonces como una pobre secuela, sin demasiado que ofrecer, salvo más de lo mismo. A quienes disfrutaron de la primer película, seguramente con esta la van a pasar igual de bien. Para el que busque algo más elaborado u otro tipo de humor, les aconsejo seguir buscando.