Después de 14 años, vuelve a la pantalla grande la gigantesca familia Portokalos. Una comedia romántica con temas más o menos actuales y con buenos chistes a cada esquina.
Las comedias románticas nunca cambian. Hay pocas que sobreviven el paso del tiempo, ya sea porque incluyen algún elemento creativo en su trama o porque los canales de películas las pasan todos los sábados y domingos, a veces al mismo tiempo (como pasa con Notting Hill, 1999). Siempre es más o menos lo mismo: personajes y problemas similares. Pero cuando una película de este género basa todos sus chistes en una minoría, y los dirige a ésta, el juego cambia. Ya no cuenta la gastada historia de dos personas que se enamoran, sino que pinta una realidad distinta para los que no la conocen. En este film se ilustra de manera cómica la vida diaria de una familia griega-americana.
La vida de Toula y su (gran) familia es ahora muy distinta a la que se mostraba en Mi Gran Boda Griega (2002). Su hija, Paris, está por terminar el secundario así que, por mucho que le pese a Toula, deberá elegir una universidad y es posible que decida irse a otro estado. Al mismo tiempo se descubre que los padres de Toula, Gus y Maria, no están oficialmente casados: ¿será esta la gran boda griega que promete el título?
Nia Vardalos, que interpreta a la protagonista, es también quien escribió el guión de ambas películas. Fue basada en una obra de teatro que ella había escrito en 1997. Cuando Rita Wilson vio la obra se la recomendó a su marido Tom Hanks, y juntos decidieron producirla para cine. La dirección de My Big Fat Greek Wedding 2 no es nada del otro mundo. Su director, Kirk Jones, tiene un poco de experiencia en otras comedias románticas pero nada más. Podría decirse que es puro guión y producción, porque en cuanto a la dirección no es más que “fotografías de gente hablando”. Claro que en películas de este género eso no es ningún pecado.
El modo en el que se ilustró a esta familia en My Big Fat Greek Wedding, estrenada en 2002, fue tanto criticada como elogiada por comunidades griegas alrededor del mundo. Algunos describieron la exageración de sus características ‘negativas’ como ofensiva, racista y de mal gusto, pero otros lo consideran preciso y hasta afable y cómico. Más allá de estas reseñas, la recepción de esta película fue muy positiva. Incluso fue nominada a Mejor Guión Original en los Oscars de 2003, pero el ganador resultó ser Pedro Almodóvar con Hable con Ella (2002). Si bien esta manera de representar a los griegos se mantuvo hasta la segunda entrega, la trama está mucho menos enfocada hacia sus excentricidades y más bien las utiliza como ambientación para contar una simpática historia.