Lo primero es la familia.
Luego de la exitosa "Mi Gran Casamiento Griego" (2002) llega unos cuantos años después esta secuela donde la protagonista, ya casada y con una hija que esta a punto de terminar el secundario, aún no ha logrado despegarse de su ruidosa y extrovertida familia griega.
Toula (Nia Vardalos) se encuentra ahora felizmente casada con Ian (John Corbett) pero la vida no es color de rosa. Paris (Elena Kampouris) su hija adolescente no quiere tenerla por delante y amenaza con irse a una universidad lo más lejos posible de su hogar. Sus ancianos padres están más demandantes que nunca y debe hacerse cargo del restaurante familiar. Con tanto ajetreo la chispa de su matrimonio parece haberse apagado.
Como si todo esto fuera poco, la familia debe organizar una nueva boda en la que todos colaboran, se entrometen, organizan y desorganizan, entre gritos, mucha comida y ropa colorida y llena de volados.
Impulsada por el éxito del primer filme esta continuación cuenta con la misma fórmula pero con un guión más flojo, sin una historia central que la sostenga -como era en la anterior la historia de amor entre Toula e Ian- si no que ahora la película se convierte en una seguidilla de gags, como una sitcom, donde la numerosa familia se luce con sus gracias, y al hacerlo cae repetidamente en lugares comunes.
Kirk Jones dirige correctamente esta comedia que no está entre sus mejores trabajos, y Nia Vardalos vuelve a estar a cargo del guión que parece un reciclaje del anterior, pero ha construido una comedia que, aunque liviana, funciona.
Las actuaciones son tan graciosas como en el primer filme, donde se destacan las adorables Andrea Martin y Lainie Kazan, como las sabias señoras griegas de la familia.
Finalmente, todo gira en torno a la unida y entrometida familia, con clichés sobre los griegos, alguna que otra situación tierna y cursi, y la moraleja que no hay nada más importante que la familia, aunque por momentos sean insoportables.