Elogio a la desmesura
Al director Álex de la Iglesia no le faltan ideas para hablar de la España que más le duele y que a lo largo de sus películas fue alterando su punto de vista con respecto a la sociedad, la cultura y el saludable cinismo que todo artista que se precie necesita para no repetirse y ahondar en temas candentes o de la coyuntura. Sin embargo, Mi gran noche, su último opus, funciona como homenaje al icono popular Raphael, una oda a la desmesura que se vale de la impostura de la falsa realidad televisiva para lanzar dardos ponzoñosos contra un estupidizante clima de bienestar y confort realmente decadente.