EL CINE COMO NECESIDAD CREADORA
El mundo artístico es un ambiente complicado. Tanto desde lo económico, la inserción y la salida laboral, son arenas movedizas dentro del mundo capitalista en que vivimos. Sin embargo, el mercado artístico y la industria cultural que lo sostiene mueve miles de millones de dólares alrededor del mundo, lo cual muestra lo concentrado del capital estético en unas pocas y privilegiadas manos. Más allá de todo eso, el quehacer artístico se vuelve una necesidad para quienes viven de ello, pero no solo como medio de subsistencia sino también como actividad enriquecedora del espíritu. De estos pormenores, de una vida atravesada por el cine y la propuesta de mostrar la cotidianidad como un hecho artístico, se trata Mi histeria en el cine, el documental de María Victoria Menis, quien abandona la ficción para adentrarse en una autorreflexión artística.
El documental se basa en la idea de ir mostrando cómo la directora, cámara en mano, va filmando retazos de sus días para ir encontrando la inspiración para su nueva película. En esta búsqueda de inspiración, la directora también irá reflexionando, en una voz en off en primera persona, lo difícil de filmar una película aquí en Argentina, las trabas para conseguir dinero, las tratativas con los Institutos oficiales, los años que conlleva toda la actividad, etcétera, obstáculos que, sin embargo, no frenan la necesidad y las ganas de filmar de quien dirige la película, a pesar de las dudas y las incertidumbres. En esta intromisión de la cámara de la directora en la cotidianeidad de su familia, nos encontramos con personajes simpáticos que van enriqueciendo el relato de la directora, con experiencias de vida, anécdotas, etc. Entre estos personajes se destaca la madre de la directora, Chola, que, junto a su marido, representan la espontaneidad, la comicidad y la frescura de las escenas documentadas. Especialmente Chola, quien se muestra suelta ante la cámara, a pesar de que este instrumento enuncia continuamente su presencia. La música extradiegetica es atinada, divertida y acompaña de forma idónea al film.
Es interesante como los diferentes familiares de la directora van comentando cómo es la vida de Menis cámara en mano, de frente a la lente comentan como es su labor, la aconsejan, recuerdan como decidió dedicarse al cine, al mismo tiempo que la alientan a que no se desanime y vuelva a filmar una película. Estos relatos, fragmentarios en la duración del documental, al mismo tiempo son complementados por la voz en off de la directora, quien realiza comentarios y explicita su propio pensamiento. Como última instancia de desvelamiento de la figura de un director, agente cinematográfico que justamente esta siempre detrás de la cámara, la directora nos muestra su quehacer artesanal con el film, la edición de trozos de películas, la búsquedas de antiguos largometrajes para encontrar inspiración y la explicitación de los films que han marcado su trayectoria, entre los que se encuentran Los 400 golpes (Truffaut), La rosa púrpura del Cairo (Allen), El romance del Aniceto y la Francisca (Favio), Viaje a la Luna (Mélies), 2001: Odisea del espacio (Kubrick), entre otros.