En un momento actual del cine donde todo se siente digitalizado y apurado para llegar a las salas comerciales y reventar la taquilla en épocas de estío, una película tan encantadora como Mi mascota es un león demuestra fehacientemente que el arduo trabajo de filmar una historia como se debe se traduce en una magnífica y entrañable fábula de amistad entre humano y animal.