Existen infinidad de películas como “Mia et le Lion Blanc” (título original de la obra) donde se busca dar un mensaje ecológico mediante una fábula para toda la familia con un guion algo chato, un villano estereotipado y ciertos acontecimientos que rozan lo inverosímil con el objetivo de agrandar la épica y el sentido de la experiencia cinematográfica. No obstante, la propuesta que nos viene del país galo se destaca por su honestidad, por contar con una protagonista destacada que se carga al hombro el relato y por no edulcorar la cuestión del turismo furtivo que busca cazar leones y otros animales exóticos como trofeos. La caza forma parte de la industria del turismo en Sudáfrica y eso hizo que vaya disminuyendo considerablemente el número de grandes felinos en tierras africanas. Nadie puede dudar del mensaje altruista que presenta la cinta, pero sí podemos juzgarla por lo chato de la mayor parte de su elenco, de la simpleza narrativa que presenta y de los lugares comunes que propone en su recta final.
El largometraje cuenta la historia de Mia (Daniah De Villiers), una adolescente que sufre la mudanza de su familia desde Londres a África. Ella no logra adaptarse a su nueva vida y extraña a sus amistades en Inglaterra. Su familia busca ganarse la vida mediante una especie de reserva donde crían, cuidan y rehabilitan leones. Mia, negada a adaptarse a su nuevo entorno, desarrollará un vínculo sorprendente y especial con un león blanco salvaje. Su increíble amistad la impulsa a viajar por la sabana africana para ponerlo a salvo de su padre que quiere venderlo a un despiadado hombre que ofrece el servicio de caza de felinos a los turistas.
La simpleza de la obra de Gilles de Maistre resulta ser un arma de doble filo, ya que si bien es un poco convencional lo que se nos está narrando, su mensaje esperanzador y la búsqueda de luchar por los derechos de los animales la convierten en un relato disfrutable para toda la familia. Un clásico crowdpleaser que se beneficia de la interpretación y el compromiso de la joven Daniah De Villiers, pero que desaprovecha al resto del elenco en personajes desdibujados y unidimensionales. La gran Melanie Laurent (“Inglorious Basterds”) está sumamente desperdiciada en un rol secundario que no aporta más que una leve oposición/ayuda como madre de Mia cuando lo requiera la narración.
Por otro lado, a nivel producción y puesta en escena no hay nada que objetar. La película se filmó a lo largo de tres años para que las jóvenes estrellas de la película, Daniah De Villiers y Ryan Mac Lennon, pudieran vincularse y desarrollar relaciones reales con los leones y otros animales que aparecen en la película. Las escenas entre los actores y los animales son reales y no dependen de CGI. Kevin Richardson, un experto en leones también conocido como “Lion Whisperer”, supervisó todo el proceso de producción y todas las interacciones entre los leones y los niños, lo que garantizó la seguridad de los animales, el reparto y el equipo en el set.
Es por la dinámica de actores y animales, por la búsqueda de concientización sobre una problemática seria y por algunos pasajes destacados que la experiencia no resulta ser del todo una decepción. “Mi Mascota es un León” es un film para toda la familia que disfrutarán los amantes de los animales, los niños y todos aquellos que pasen por alto lo formulario de su guion y los diálogos acartonados de la cinta.