Juan Pablo Russo (EscribiendoCine):
Espejitos de cristales rotos
En tiempos en donde la agenda periodística está marcada por una red de prostitución que captaba adolescentes menores de edad en las categorías inferiores de diferentes clubes de fútbol de la Argentina, se estrena la película uruguaya Mi mundial (2017), que si bien no versa de manera específica sobre el tema de la pedofilia y la prostitución, si lo hace sobre la explotación deportiva.
Basada en la novela homónima del escritor, entrenador y exjugador de fútbol Daniel Baldi, Mi mundial cuenta la vida de Tito (Facundo Campelo), un adolescente de 13 años, hijo mayor de una familia con pocos recursos económicos, virtuoso para el fútbol, al que un representante brasileño le ofrece un contrato que podría sacar a toda la prole de la pobreza. Convertido en el sustento de su familia, Tito, abandona el colegio y comienza un camino errático ante la falta de autoridad de sus padres que viven de las ganancias de la joven promesa. Hasta que un día algo inesperado hace que su sueño se rompa. Y Tito deberá enfrentar un nuevo desafío si quiere seguir adelante.
La ópera prima de Carlos Andrés Morelli hace foco sobre todos esos lugares comunes que rodean al fútbol, pero poniendo el eje en el tema de la explotación infantil y de cómo el sueño de uno puede pasar a ser un negocio millonario para otros. Tito quiere jugar al fútbol pero, ¿hasta cuándo puede soportar la presión que hay sobre él?.
Si bien por momentos es previsible y el director apela más de una vez a la utilización de algún que otro golpe efectista, sin evitar dejar adrede muy en claro el mensaje, Mi mundial es una película familiar, que recurre al clasicismo para narrar -de manera solvente- una historia de vida, muy bien actuada y técnicamente impecable.
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