Sobre el síndrome del nido vacío y otras desventuras emocionales
Que es difícil soltar y dejar crecer a los hijos es algo que ya se sabe. Pero como es una experiencia muy personal e intransferible, puedo centrarme y contar al respecto de Mi niña (Mon Bebé), la película dirigida por Liza Azuelos y protagonizada por Sandrine Kiberlain, a quien pudimos ver en Enamorado de mi mujer (Amoureux de ma femme, 2018) y Sin dejar huellas (Fleuve noir, 2018), cuyo estreno tiene lugar a través de las plataformas iTunes y Google Play.
Se trata de una comedia dramática con ligeros toques de profundidad, con puntos emocionales inteligentes y que se reserva buenos golpes de crítica para con la sociedad, la historia y todo aquello que nos ha formado y establecido como humanidad en este mundo raro y a veces tortuoso, en teoría “moderno”. Y es que Héloïse trata de sobrellevar el hecho de ser madre divorciada y disfrutar de su persona, de su individualidad, del sexo sin que ese cartel, sin que esa mirada externa, le pese. Y es que no debería hacerlo y sería lo natural, pero ya conocemos la sociedad en que vivimos; la autocrítica siempre queda ahí, a medio camino, y se desbanda en una doble moral bastante repulsiva.
La película es un tobogán de emociones y va y viene a través de los flashbacks en que podemos ver a Héloïse junto a sus hijos pequeños y cómo ella les va enseñando el mundo en el que vivirán como adultos. Pero sobre todo hace foco en la relación con la protagonista y Jade (Thaïs Alessandrin), su hija menor, con quien tiene el vínculo más fuerte.
Kimberlain le aporta a su personaje una calidez y una cercanía que el espectador seguramente agradecerá. Y es que el contexto que enmarca su vida y la de sus hijos (incluidos los dos restantes, también el hijo con el que no tiene la misma relación que con la pequeña a la que alude el título) no es fácil pero su gracia física la convierten en un personaje con el que es sencillo empatizar. Y el recorrido de su vida en la que ha logrado, al menos, algunas de las cosas que ha deseado para sí y para sus hijos, produce sentimientos que nos hacen sentir cercanos a ella en más de un aspecto.
Para cerrar, podemos recomendar Mi niña como una buena muestra de la vida que nos toca, y si no es en carne propia, a través de los ojos de quienes están cerca, o alrededor, y parece que nos olvidamos de ello. Es una excelente película sobre el nido vacío y el vínculo fuerte entre una madre y su hija menor, con muy buena dirección y actuaciones.