La típica película de un grupo familiar que parece vivir fuera del mundo del problemas y se centra especialmente en la relación de una madre moderna, dueña de un restoran, separada, cuando su hija menor, la única que vive aún con ella, se va a Toronto para sus estudios universitarios. Gente de buen pasar, madre más compinche de su hija, que en su verdadero rol, tiene amigas y se divierte con conquistas amorosas. Sin embargo ser madre fue lo más importante y está a punto de perder su vinculo con la niña del título, su “bebe” en el original. Cada situación remite al parto, los primeros años, el embelesamiento por esa nena que nunca la abandona. Y es lo más fresco de la película. Los conflictos quedan afuera, los hijos mayores reprochan el favoritismo de la menor, pero sin muchos rencores. En ese sentido el film entretiene con situaciones bien resueltas, livianitas o directas a la lágrima, con una idea estereotipada de la perfección, en una relación que siempre tiene sus conflictos. Romanticona, simplificadora y emotiva. En esas aguas Sandrine Kiberlain se mueve con soltura y mucho encanto. La directora y guionista Lisa Azuelos logra ritmo y sus objetivos de entretenimiento.