Los zombies también tienen corazón
Inusual comedia romántica sobre una historia de amor adolescente entre un zombie una humana. Un relato dinámico que tiene como virtud crear un universo singular, diferente y bastante creativo. Si bien la trama se sigue agradablemente y tiene destellos de buen cine, hay demasiada inocencia e ingenuidad como para poder generar una conexión con el espectador. Su excesiva formula detrás de la historia impide generar verdaderas emociones.
Ya desde el comienzo está historia de amor entre un zombie y una chica humana hace recordar a las películas de “Crepúsculo”. No por la trama romántica sino por su variación absurda del mito del zombie. Si en Crepúsculo los vampiros podían caminar bajo el sol, acá en “Mi novio es un zombie” los muertos vivos piensan y razonan como cualquier persona común. Es a través de la voz en off donde todo lo preexistente a la personalidad de los zombie se traiciona con el objetivo de hacerlos amigables. El protagonista es miembro de una raza particular, los cadáveres, quienes se encuentran en el medio de los humanos y los esqueletos (los verdaderos zombies). De esta manera, los cadáveres y los humanos tienen la perfecta excusa para juntarse.
Pensada como una comedia romántica, la trama lamentablemente solo presenta ser un giro interesante sobre un género bastante mal desarrollado últimamente por los estudios de Hollywood. El inconveniente sucede en que la historia romántica no logra nunca pasar de las típicas tramas de amor adolescente donde los protagonistas parecen enamorarse más por inercia que por sentimientos reales. Las intenciones del zombie tienen como principal fundamento el deseo sexual (algo raro si su cuerpo está muerto), mientras a la chica le basta con haber sido salvada una y otra vez. Aunque en la cotidianidad de los cuidados del hombre o las travesuras de la mujer se crea un vínculo fuerte entre ambos, siempre está en la película la sensación de estar ante un romance forzado. Como suele suceder en todas las comedias románticas de estos días, los momentos más logrados provienen de los personajes secundarios. Las escenas con Analeigh Tipton y Rob Corddry son especialmente sensacionales. Corddry despliega su contagiosa energía mientras la ironía de Tipton es asombrosa.
Sin embargo como comedia tampoco es sensacional ya que hay elementos divertidos que se quedan a mitad de camino y no logran ser aprovechados por completo como el uso de la música, o incluso se terminan repitiendo hasta el hartazgo como son las continuas miradas fijas del protagonista hacia la chica. Incluso el personaje de John Malcovich y la trama de los esqueletos son más pertinentes en otro tipo de películas, más dramáticas o terroríficas. Es su fuera de lugar, lo que vuelve absurdos a sus comportamientos o intervenciones. Tan mal ubicados como los continuos sueños o recuerdos del protagonista donde se observan los recuerdos del exnovio de la chica y no aportan absolutamente nada a la trama romántica.
A pesar de todo, la película termina siendo un relato ágil y entretenido, ya que siempre hay movimiento y peligro a cada paso. Los constantes cambios en el protagonista y su raza de zombies vuelven a cada detalle en algo muy interesante de observar y si bien las transformaciones se remarcan bastante por la trama, se hace muy divertido ver como su cuerpo y forma de moverse va evolucionando. En definitiva, “Mi novio es un zombie” se trata de una trama simple y efectista que logra entretener a lo largo de su duración.