Humor, romance y ficción para el público juvenil
R es un zombie que vaga perdido, solo y sin rumbo tras una plaga mundial que ha convertido a casi toda la población en muertos vivientes.
Se desplaza sobre una ciudad en ruinas, llena de edificios derruidos, coches oxidados, ventanas rotas y abandonados rascacielos, después del apocalipsis. Él sólo puede gruñir y pronunciar algunas palabras, y es a partir de esos pensamientos traducidos en off que cuenta la historia.
Junto a su amigo M y un grupo de zombies, salen a buscar comida, ansiosos de cerebros, ya que al comerlos, los recuerdos de estos destellan en la mente de los muertos vivientes y así ellos tienen unos minutos de lucidez.
Un enfrentamiento con un grupo de adolescentes dirigidos por el jefe de la resistencia humana termina con algunas bajas, entre las que se encuentra el novio de Julie Grigio. Después de devorar el cerebro del muchacho, R comienza a sentirse atraído por Julie y a sentir la necesidad de protegerla.
En principio la refugia en su escondite, donde Julie no logra entender la situación. Pero más tarde detecta en R un comportamiento diferente y la relación que nace entre ellos deriva en circunstancias inesperadas y que ofrecen la esperanza de una nueva existencia.
Poco a poco, y gracias a Julie, el corazón muerto de R comienza a latir de nuevo y vuelve a recordar cómo era estar vivo.
Nicholas Hoult --a quien se conoció hace ya varios años a través de la hermosísima comedia Un buen chico , junto a Hugh Grant y Tony Collette--, reapareció con fuerza en el cine norteamericano con dos títulos de estreno reciente: Jack, el cazagigantes y la actual Mi novio es un zombie.
Esta cinta es dirigida por el también joven realizador Jonathan Levine, responsable de 50/50 , todo un alegato en favor del coraje y el amor a la vida.
Levine buscó humanizar la mitología zombie, mostrando un proceso de transformación que no resulta ni inexplicable ni abrupto a través de Mi novio... , que con críticas más o menos efusivas pero siempre amables llegó a las pantallas bahienses y está a punto de retirarse sin pena ni gloria.
En esencia, corre por carriles similares a los del título anterior, y enfoca en la posibilidad de rescatarse --de una enfermedad terminal o de la muerte-- a partir del amor, sólo que, por tratarse de una película que formula un romance sobre la base de la ciencia ficción, puede trabajar con más soltura sobre el humor.
Claro que no resulta muy original en sus chistes ni en la resolución argumental. Sí toma valor extra en la forma de incluirlos en la trama que Levine construyó para la pantalla y para el público juvenil, a partir de la idea general del libro, inspirado en una novela que escribió Isaac Marion y que se volvió popular entre el público que también consumió --diferencias mediante-- las entregas de Crepúsculo.