Más allá de la muerte
Los zombies y sus derivados le han dado al cine un material de indiscutible interés. Detrás de estas historias suele haber un trasfondo social que una y otra vez ha servido para denunciar el estado de la sociedad en diferentes lugares y épocas.
Siendo George A. Romero, el director de La noche de los muertos vivos, el exponente máximo. Claro que el género ha ido creciendo y actualmente ha ampliado sus fronteras en ideas que dejan atrás su origen. Mi novio es un zombie (el espantoso título local que se le asignó a Warm Bodies en nuestro país) es uno de esos pasos más allá dentro del cine de zombies. ¿Una historia de amor entre un joven zombie y una chica viva? ¿Cómo es posible? Al comienzo del film sonará raro una voz en off de un zombie, teniendo en cuenta que su característica principal es la falta de pensamiento. Pero paciencia, esta incoherencia es sólo aparente. También verá el espectador que hay una clara asociación entre esta historia y la de Romeo y Julieta de William Shakespeare. El protagonista se llama R (no recuerda su nombre) y la protagonista Julie y el film, además de las diferencias sociales que los separan (metafóricamente hablando, porque en lo literal los separa la muerte), incluye la famosa escena del balcón.
La película empieza con problemas pero luego va cobrando fuerza y sentido. Aunque nunca se convierte en una película importante, se ajusta a sus objetivos simples y los sostiene. El guión encuentra su rumbo y todo tiene su lógica a punto tal de volverse incluso emocionante en algunos momentos. Claro que tampoco tiene las complejas implicancias del clásico de Shakespeare ni la potencia de los films de zombies de Romero. Ni lo pretende, se conforma humildemente con combinar algunas cosas de ambos. Una mezcla que no deja de tener cierto encanto y simpatía, hay que decirlo.