“Mi novio es un zombie” se acerca más a la comedia romántica para jóvenes que a las películas de terror. Y mantiene una sana distancia con otros filmes similares del género como los de la saga “Crepúsculo”. Nuestro comentario.
Antes que nada, una advertencia: esta no es una película de zombis. Al menos no del tipo a las que estamos acostumbrados cuando se anuncia un filme que en el titulo tiene la palabra "zombi". Así que, para aquellos que vayan al cine en busca de hordas de muertos vivos al mejor estilo George Romero o The walking dead, puede que Mi novio es un zombie no sea la opción más acertada.
Dirigida a un público adolescente, la película de Jonathan Levine (director también de 50/50) tiene todos los condimentos de una comedia romántica y muy pocos (por no decir nada) del género terror.
Todo comienza en un aeropuerto abandonado, ocupado por decenas de infectados, entre los que se destaca R (Nicholas Hoult, el mismo del próximo estreno Jack el cazagigantes), un joven de pocas palabras y muchos gruñidos que no para de cuestionar su existencia y forma de vida. Lo que se dice un típico adolescente zombi.
Todo es rutina en la vida de R (aunque técnicamente está muerto) hasta que conoce a Julie Grigio (Teresa Palmer) y queda perdidamente enamorado de ella. A partir de entonces ambos comenzarán a vivir una historia de amor que pasará por momentos de gran ternura. A diferencia de Crepúsculo, en este filme no hay lugar para el melodrama y todo es frescura alrededor de la poco convencional dupla.
En Mi novio es un zombie la música tiene un papel fundamental y los guiños constantes a clásicos y objetos de décadas pasadas se agradecen. La pareja protagonista demuestra química y la interpretación de Hoult es encantadora, aunque por momentos pareciera olvidarse de su condición zombi en alguno de sus gestos y movimientos.
La actuación de John Malkovich en el papel de padre de Julie y líder de la resistencia contra los muertos vivos pasa sin pena ni gloria, mientras que el amigo incondicional con el que R mantiene guturales conversaciones se destaca en el cuerpo de Rob Corddry (Jacuzzi al pasado).
En definitiva, esta no es una película para fanáticos de los zombis y mucho menos para detractores del amor en pantalla grande. Por el contrario, sólo es apta para aquellos que quieran pasar un buen rato ante un producto entretenido y bien logrado.