Mi obra maestra

Crítica de Leonardo M. D’Espósito - Revista Noticias

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Primero, nobleza obliga: quien esto escribe leyó el guión del film antes de su producción y conversó con el realizador (Gastón Duprat, en el primer largo que dirige sin compartir crédito con Mariano Cohn). Sin embargo, solo vio el producto final como lo verá el lector. La posición parece difícil, pero avisado de las vueltas de tuerca de la película, se puede ver mejor en qué acierta, en eso que no estaba “en los papeles”. Primero, esta historia de una amistad de acero inoxidable a pesar de las apariencias es mucho más amable -aunque Duprat no deja de lado, como ejerció en El ciudadano ilustre o en El hombre de al lado, cierto pesimismo o cierta exposición de oscuridades- que las películas anteriores de la dupla. En segundo, utiliza muy bien tanto el espacio (los edificios, las fachadas, las calles, la Plaza San Martín en una secuencia tan gratuita y lúdica como disfrutable) como la pintura (los Gorriarena que son “la obra” del personaje de Brandoni, o los Stupía que aparecen en otra muestra). Y en tercero, comprende las reglas del “bromance”, al punto de que Francella hace un personaje sutilmente nuevo en su catálogo (un humor ácido y contenido para un “piola” menos evidente de lo que suele ser en nuestro cine) y Brandoni da la talla con un decir humorístico que honraría al mejor Olmedo. El film es efectivo y conciso, y deja de lado la sorpresa para permitir el goce de ver a estos dos personajes. Hay placer y se nota.