Mi obra maestra es la nueva película de Gastón Duprat (El artista, El hombre de al lado, El ciudadano Ilustre) que por primera vez no tuvo como codirector a Mariano Cohn, en esta ocasión encargado de la producción, pero si contó con el aporte de guión de su hermano Andrés, como habría pasado en su anterior cinta El ciudadano ilustre. Podemos sentenciar que recae el peso de igual forma en este nuevo filme en quienes están por detrás de cámaras, como sus protagonistas; Guillermo Francella y Luis Brandoni.
Mi obra maestra se plantea como una cinta sobre la amistad, usando como modo de introducción el relato de unos de sus protagonistas, el prestigioso galerista Arturo (Francella), un hombre correcto, agradable y planificador, que cuenta su historia con Renzo (Brandoni), un pintor terco y en decadencia, con el cual lleva una amistad de muchos años. Hay un gran trabajo de construcción de personajes, plasmando claramente las diferencias que distan a uno del otro, siendo un misterio como conservan una amistad después de tanto tiempo, pero dejando entrever progresivamente las razones de esa curiosa amistad. Pese a los muchos intentos de Arturo por sacar del pozo en el cual Renzo viene atrapado desde hace décadas, este se encargará de dilapidar toda nueva oportunidad, sosteniendo su desprecio por el mundo moderno, sus anticuados hábitos y formas, y sin siquiera considerar los perjuicios que por ello pudiera ocasionarle a su amigo. Ya sumido en la peor de la ruinas, y en estado de ebriedad, un accidente pondrá al borde de la muerte al pintor, pero por esos raros giros de la vida se termina salvando, lo cual pone una vez más a Arturo frente a una situación de alta complejidad, buscando soluciones donde parece no haberlas e intentando recomponer una ya deplorable existencia.
Cargada de una dinámica irresistible, siendo durante la primer hora una propuesta en donde las situaciones y devenires no dan respiro, se percibe con nitidez el sello de los hermanos Duprat y Mariano Cohn, siendo sin duda de los realizadores claves del cine argentino del nuevo milenio. Como sucede en la mayoría de sus filmes, hay elementos que se perciben desde sus minutos iniciales, dotado de cierta crítica corrosiva a determinadas costumbres del ser argentino, y un cuestionamiento a las clases sociales más altas y a la hipocresía, la codicia, así como al arte en sí, el snobnismo, y sus demás concepciones. Se puede decir que Mi obra maestra combina componentes de drama con toques de comedia, resultando una comedia ácida, no exenta de ironías, que invita a la carcajada, pero a su vez a la reflexión, y que su misma visión crítica se instaura como un eco que retumba. Francella y Brandoni cumplen con creces sus roles, no decepcionando desde su impronta, lo mismo que las acertadas apariciones de Andrea Frigerio. Quizás el elemento a cuestionar sea determinados toques a los que Duprat suele recurrir para profundizar sus mensajes, y que pueden resultar un poco innecesarios, siendo que su enfoque ya está más que claro.