Mi obra maestra es una comedia inteligente. No es una más. Y es por ello por lo que no
será del agrado de todo el público.
Estarán los que entren en sintonía y los que no.
Aquellos que esperan reírse a carcajadas, tienen que buscar por otro lado. Pero los que
buscan algo un poco más reflexivo encontrarán un atractivo.
La historia se construye de a poco y es en los puntos de giro donde se encuentran las
claves para apreciar (o no) al guión.
Gastón Duprat, quien siempre hace dupla con su socio Mariano Cohn pero que esta vez
no fue de la partida en la dirección, es un buen narrador, y lleva todo hacia lugares
interesantes.
Pero en este film falta el impacto de El hombre de al lado (2009) o El ciudadano ilustre
(2011). La supuesta sorpresa no es tal y el tráiler es demasiado spoileador.
Amén de eso, la película fluye y técnicamente está muy bien. Se aprovechan muy
buenos paisajes para lucir una gran fotografía, y la dirección de arte es un gran fuerte.
La dupla Francella/Brandoni funciona de maravillas, tal cual era de esperarse. Pero por
momentos saturan, o por lo menos a mí me sucedió eso.
Ambos están excelentes en sus personajes, pero hay escenas en los que se encuentran un
par de tonos más arriba de lo que deberían.
El resto dele elenco está bien, pero solo destaco a Andrea Frigerio con su muy buena
transformación.
En definitiva, Mi obra maestra es una buena comedia, pero que le falta un poco para
resonar más y, encima, llega en un mes muy competitivo del cine argentino.