Después de años de compartir crédito como directores en múltiples películas, Gastón Duprat y Mariano Cohn decidieron encarar proyectos en solitario como realizadores, cada uno produciendo el trabajo del otro. Mi Obra Maestra, a cargo del primero, es la que llega antes a los cines y da cuenta de una clara continuidad con la filmografía previa, en lo que se percibe como una oportunidad desaprovechada para salir de la zona de confort y encarar un tipo de labor diferente. Nuevamente se transita un territorio conocido como es el del mundo del arte, con un gran despliegue de producción, y se cincela un crimen en su interior. En el centro no hay una rivalidad, como en films previos, sino una amistad. Y es la falta de nutrición de ese vínculo lo que menoscaba sus méritos.