Temperamento Artístico
Renzo Nervi es un artista que tuvo su pico de gloria durante la década del 80 y que actualmente no goza del mismo prestigio, un declive influenciado también por su actitud errática que tiene a maltraer a Arturo Silva, su galerista y representante de hace años, con quien conserva también una amistad. Una relación que estará puesta a prueba cuando, agobiado por las deudas, Renzo deba aceptar el encargo de realizar una pieza para una empresa noruega, cosa que no le cae en gracia.
Acá no se propone la narración de un solo conflicto que abarca toda la duración de la película, sino de dos. Al principio tenemos la historia de un encargo artístico (la cual se resuelve a la mitad) y una segunda que empieza a partir de ese punto medio, sobre la cual abarcar implicaría caer en territorio de spoiler.
Hay un detalle con el desarrollo y la dinámica entre los personajes. Es más creíble la dinámica agente-cliente que existe entre ellos, que la amistad de 40 años que dicen que los une, cuestión que resulta una consecuencia directa de la estructuración narrativa elegida. La primera abarca un dilema netamente profesional y la otra uno netamente personal. Deberían tocarse, y lo hacen, pero en cada mitad cuando predomina un tema, la cruza con el otro se produce de un modo superficial.
Es necesario destacar ciertas cuestiones de ideología, es decir la que proponen los personajes. Si el problema está en su contenido, eso ya depende del espectador. Pero lo que sí es cuestionable es lo explícita que puede ser la expresión de la misma, incluso en tramos donde dichas declaraciones -si bien revelan detalles del personaje- no ayudan mucho a avanzar la trama o son resueltas torpemente. Por ejemplo, un comensal que se rehúsa a pagar en un restaurante a modo de “compensación” por lo que le debe el país es un concepto de escena que prometía una resolución más satisfactoria que la que resultó teniendo.
Hay desarrollos que duran lo que un suspiro y uno se plantea qué papel juegan en la evolución del personaje. La novia del protagonista: un besito, un rechazo sexual y un insulto, y ya está. Estrictamente desde el papel, no aporta ningún avance para la historia o el personaje más que mostrar a un caballero de edad con una chica joven. También hay otras relaciones de personajes, como las del artista español, que aparecen y desaparecen del flujo narrativo más por conveniencia que por progresión natural.
En materia actoral, Guillermo Francella y Luis Brandoni se llevan al hombro la película ratificando una química de probado éxito en la televisión. Si la película logra salir adelante es por mérito de ellos y de secundarios como Andrea Frigerio que lo poco que aparece lo hace de manera destacada. El costado técnico es sobrio: nada para admirar, ni mucho para elogiar; una puesta hecha netamente al servicio del seguimiento actoral.