Fábula de mascota transformada en padre, o más bien viceversa, con mensaje. De eso se trata la película dirigida por Barry Sonnenfeld -Hombre de Negro, La Familia Adams- sobre un poderoso hombre de negocios -Kevin Spacey- egoísta y descuidado con sus afectos. Por un accidente queda en coma y se reencarna en el extraño gato, vendido por un extraño señor, que ha comprado su hija. La niña rica con tristeza terminará por entender, a fuerza de innumerables gags del animal humanizado, que el gato es papá y tiene algo que decirle.
Para los chicos, y para los supuestos padres culposos, seguramente había maneras más divertidas de mostrarles que el dinero no hace la felicidad que un gato animado borracho de whisky golpeándose contra los muebles. Una comedia desganada, que habla de ternura y emoción sin rozarlas y entretiene apenas.