Cuando un actor es buen actor, sabe hacer drama, comedia o el guion que le pongan enfrente. Robert De Niro lo demostró, aunque es cierto que ha tenido menos buenos libretos -y consecuentemente, filmes- cuando encaró la comedia. Pero no hay que ser prejuiciosos, y Mi papá es un peligro funciona, y bien.
Además, debe ser de las pocas películas en las que actúa el protagonista de Taxi Driver, El Toro salvaje y Joker que pueden ver chicos, porque el humor es bien Apto para todo público.
Hablábamos de prejuicio, y lo cierto es que la gran mayoría de sus comedias -a excepción de La familia de mi novia, con Ben Stiller- suelen ser bodriásticas. No es el caso. Tal vez sea que De Niro acepte más de lo que debería, pero ya ha explicado que tiene unas cuántas cuentas por pagar.
Aquí es Salvo, un estilista de Chicago que perdió hace poco a su esposa. Llegó de Sicilia, y no se cansa de decir que hizo todo por su hijo Sebastian (el comediante Sebastian Maniscalco, con pequeños papeles en Green Book y El irlandés, y coguionista del filme), hasta enlistarse en el Ejército y combatir en Vietnam.
Sebastian está de novio con otra hija de inmigrantes, en este caso, irlandeses, pero multimillonarios. El trabaja en una cadena de hoteles, y la familia de su novia invierte cientos de millones sólo en la remodelación de uno.
Sebastian está esperando el momento y el lugar indicado para proponerle matrimonia a Ellie (Leslie Bibb), y quiere entregarle el anillo de bodas de su abuela, que su padre está guardando hasta que su hijo “encuentre a la mujer adecuada”.
Y justo le llega una invitación de sus potenciales suegros, la madre de Ellie, Tigger (Kim Cattrall, Sex in the City y Porky's, algo irreconocible), que es senadora, y el padre, Bill (David Rasche, Karl Muller en Succession), propietario de un club de campo. Quieren que Sebastian los acompañe a la celebración del fin de semana largo del Día de la Independencia.
Cuando Sebastian le pide el anillo a su padre, éste le responde que él necesita investigar a los nuevos suegros.
Sí, en parte De Niro repite el personaje de La familia de mi novia, solo que ahora es el padre “pobre” y no rico, pero se pone a investigar igual a los adinerados.
Es un relato sobre la familia, en el que las relaciones padres/hijos son troncales, y contrapuestas: el padre italiano es arisco a los abrazos y una sola vez su hijo lo vio sonreír en su vida, y los ricachones son de pegotearse, abrazarse y besarse. Los diálogos son jugosos, tienen chispa y las situaciones humorísticas están bien hilvanadas y rodadas por la directora Laura Terruso.
Lo dicho, es una comedia sin los dobles sentidos subidos de tono de otras películas con De Niro -salvo un desnudo masculino de atrás, y no del actor que el 17 de agosto cumple 80 años, no hay otra cosa-