Anne Fontaine es una directora de vasta experiencia tanto en la televisión como en el cine francés. La hemos conocido hace unos cuantos años con "Cómo mate a mi padre" un intenso drama con Charles Berling y Natacha Régnier, luego con "Nathalie X", un particular triángulo erótico-amoroso con Fanny Ardant, Gérard Depardieu y Emmanuelle Béart , incursionó también en el thriller psicológico con la inquietante "Entre ses mains" con Benoît Poelvoorde e Isabelle Carré y pintó el retrato biográfico de "Coco antes de Chanel" de la mano de Audrey Tautou.
En este caso, Fontaine decide abordar el terreno de la comedia y lo hace de la mano de un elenco de primera línea: Isabelle Huppert, el mismo Poelvoorde y André Dussollier, tres absolutos talentos del cine francés actual.
Poelvoorde es Patrick, un hombre que vive con su hijo en la parte de atrás de una furgoneta, un poco
afecto a la bebida, pasó siete años tras las rejas, ahora vive en parte gracias al seguro social y a algún que otro trabajo de albañilería.
Agathe (Huppert) por su parte vive con su marido (Dussollier) y su hijo en un lujoso departamento frente al Parc du Luxembourg, en el corazón de París. Ama la cultura, trabaja en una fundación de arte contemporáneo y se codea, entre otros, con el Ministro de Cultura francés.
Sus hijos son compañeros de colegio y por lo tanto, en una reunión de padres entrecruzarán sus caminos y como los hijos son muy buenos amigos, se facilitará la situación para que muy pronto Patrick esté dentro de la casa de los Dambreville haciendo algunos trabajos e inesperadamente trabe amistad tanto con la dueña como con el dueño de casa e incluso pida una piecita de servicio para quedarse a dormir algunos días.
Lamentablemente Anne Fontaine recurre a un guión que ella misma escribe con Nicolas Mercier -quien tiene una vasta carrera en televisión- y quizás atan demasiadas situaciones de "Mi peor pesadilla" a un ritmo que ya ha pasado de moda en el cine hace más de treinta años y que no logra ninguna profundidad.
Los personajes de Patrick y Agatha están pintados desde un primer momento con trazos gruesos, plagados de obviedades y mostrando su oposición en forma tan evidente que pareciera que el espectador no puede aportar nada todo bien subrayado y digerido.
Si bien logran una excelente química en pantalla porque tanto Poelvoorde como Huppert tienen una extensa carrera, muchísimo oficio y talento de sobra, tienen que lidiar con situaciones un poco infantiles y con un guión que no les ayuda a demostrar todo su talento.
Basada en el arquetipo de que los polos opuestos se atraen, los pasos de comedia que plantea Fontaine están más cerca de cualquier telecomedia costumbrista de Suar (al mejor estilo "El sodero de mi vida" o "Campeones", se acuerdan?) con el hombre ordinario y con pésimos modales, enamorando a la ricachona burguesa que vive en su burbuja.
Fómula ya vista enorme cantidad de veces a la que esta película no logra encontrarle una vuelta de tuerca diferente ni nada nuevo que aportar.
En medio de ellos, cercando el "triángulo" para que se disponga la comedia, está presente un talentosísimo André Dussollier quien se encuentra desaprovechado por completo en un papel que hasta en alguna que otra escena lo deja hasta un poco mal parado y haciendo el ridículo.
El esquema sobre el que se monta la comedia es básico, con situaciones obvias y solamente ver a estos tres comediantes en pantalla justifica mínimamente el sentido de haberlos reunido. Huppert deja claro que si bien es mundialmente reconocida por sus papeles dramáticos, tal como pasó en "Copacabana" -aún inédita en nuestro país- o en "8 mujeres" demuestra que tiene un gran sentido de la comedia y su aire burgués es inigualable.
Poelvoorde (quien en la otra película de Fontaine "Entre ses mains" traza un excelente retrato de un psicópata) se deja llevar por la tentación de construir su personaje desde el cliché más común y conocido, cuando ya lo hemos visto en otros trabajos como "Guerra de Misses" del gran Patrice Laconte o en "Les émotifs anonymes" -dentro de Les Avant Premières 2012- donde su construcción más sutil favorecía ampliamente al resultado del mecanismo de la comedia.
Tanto la pareja protagónica como Dussollier, tienen que lidiar con un guión que parece escrito con los códigos del humor de los años sesenta, donde las situaciones se aceptan sólo porque están pasando en pantalla.
Son hasta situaciones ridículas que no tienen ningún asidero ni pueden suceder en la realidad, tal como se presentan (la novia que consigue Dussollier para plantearle a Huppert irse de su casa al instante, la situaciones que acercan el vínculo entre los protagonistas, los personajes secundarios como los docentes del colegio o los visitadores sociales) ni tampoco se las muestra con algún condimento interesante más que lo que ya sabemos que va a pasar a partir de que están planteados los primeros minutos de la película.
Lejos de las mejores comedias que está produciendo Francia con un estilo narrativo propio y con guiones con un aroma particulamente francés, "Mi peor pesadilla" recurre a los modelos más básicos de la tipica comedia americana que no siempre sientan bien en otras latitudes y sobre todo, en otra época, ya que sólo hubiese funcionado unos cuántos años atrás... muchos.
Una pena.