El groncho y la dama
Bajo la dialéctica de mundos contrapuestos que se superponen, la directora Anne Fontaine elabora esta comedia romántica poco interesante entre una mujer burguesa interpretada por la actriz Isabelle Huppert y un padre que conoce en una reunión en el colegio de sus hijos, un tanto ausente que se dedica a la construcción en la piel del actor Benoit Poelvoorde, quien pese a su poca cultura y modales un tanto excesivos logra ganarse el corazón de ella una vez que empiezan a entablar una relación despojada del prejuicio de clase.
Ahora bien, como dice el refrán si la mona viste de seda, mona queda y esto es lo que se desata cada vez que uno u otro intentan encajar en el entorno ajeno: el en el mundillo del arte de vanguardia y ella en un raid en que los permisos y los excesos no están mal vistos ni tampoco la diversión a pesar de su personalidad fría y malhumorada.
Sin embargo, lo que los une es el cuidado de sus respectivos hijos preadolescentes y la preocupación por su educación, ambos conviven en el mismo techo en tanto la situación del padre no se solucione y pueda mantener la tutela de su hijo.
El otro eje narrativo en la trama apela al humor grueso a partir del contraste entre la vida burguesa y la llegada de este personaje que pone en conflicto el círculo de confort, así como a partir del sentido común que también provoca en la pareja algunos chisporroteos que devienen en una repentina separación entre la protagonista y su compañero, un editor que encuentra en una chica joven lo que su pareja madura no puede brindarle, el editor está a cargo de André Dussollier, cuyo personaje es bastante insulso en comparación a otras películas en las que sus dotes para la comedia resaltan mucho mejor.
Resulta poderosamente llamativo que la experimentada Isabelle Huppert se haya inclinado por esta comedia francesa de medio pelo que ahora encuentra un espacio en las carteleras porteñas tras meses de deliberación.
Hace muchos años el argentino Hugo Moser en un famosísimo programa televisivo llamado Matrimonios y algo más inmortalizó el sketch del groncho y la dama con el genial Hugo Arana en el papel de ese macho, bruto pero sensible, al que esta película no le llega ni a los talones.