Al igual que la mayoría de las franquicias, la de los Ponys de colores ganadores de todos los premios a la Mejor Labor en Optimismo se fueron reinventando a la par del paso del tiempo, con el fin de adaptarse a las “exigencias” del momento. Estamos transitando una era en la que básicamente TODO vuelve, así que al igual que los Trolls y los Pitufos, otras de las criaturas míticas y coloridas que pertenecieron a otra época están disfrutando de su oportunidad de gustarle a las nuevas generaciones.
My Little Pony llega a los cines con una propuesta muy colorida a nivel visual, pero con pocas novedades que ofrecer, además de algunos agujeros en los diálogos que realmente se sienten horribles; como era de esperarse, es una de esas películas animadas que se spoilea desde el primer minuto. No va más allá de lo que puede verse en televisión, a excepción de un excepcional casting de voces: Uzo Aduba, Emily Blunt, Kristin Chenoweth, Taye Diggs, Michael Peña, Zoe Saldana, Liev Schreiber, la cantante SIA (que básicamente hace de ella misma sólo que convertida en equino) y Tara Strong, entre otros.
El conflicto de esta versión de Mi Pequeño Pony para la gran pantalla es que los personajes están organizando una fiesta para todo el pueblo ecuestre (o Ponyville) hasta que una fuerza maligna en forma de villana llega para aguarles a todos el plan, por lo que la protagonista y sus secuaces tendrán que embarcarse en una aventura para salvar a todos los ponys cuya amistad y magia está en peligro.
Si me lo permiten, no sólo me quedo POR LEJOS con las versiones originales de cualquier personaje al que rehacen, salvando las distancias y entendiendo esa necesidad de encantar a los niños/millennials de hoy, sino que además prefiero a nuestro pony local por supremacía por encima de estos caballitos; estoy hablando, claro, de Ico el caballito valiente, la cual estrenó en 1983, algunos años antes incluso que la primera película que hubo de My Little Pony (1986). Todo muy retro y muy perteneciente a una generación que definitivamente no es la actual. Mucho arco iris, mucho brillo, mucha alegría y positivismo, seguramente más inclusión y diversidad pero a nadie se le cae una idea.