En épocas de resurrección, provocadas por la falta de ideas, se puede encontrar de todo, incluso un revival como “My little pony. La película”, merced a una suerte de redescubrimiento popular ocurrido en el último año y medio. De repente los locales se llenaron de muñecos, revistas, remeras, y hasta útiles escolares, decorados con estos dibujos.
Recordemos que este producto en realidad es consecuencia de un juguete lanzado en la década del ochenta. Estos caballitos, con expresión de animé, vendieron tanto que inmediatamente se puso en marcha una serie de TV. Luego hubo varios relanzamientos a lo largo de más de treinta años, y aquí estamos.
Twilight Sparkle es una futura princesa del reino de Equestria (así, sin eufemismos), y pronto se celebrará la gran fiesta de la amistad, cosa que sabremos gracias a una canción con todos los elementos del pop moderno, a la cual la población completa está deseosa de asistir. Un mundo feliz en el cual todos están contentos. Hay tantos colores como en un kiosko lleno de golosinas.
¿El conflicto? Twilight tiene miedo de no estar a la altura de lo que se espera de ella como princesa. Mientras, los pony de siempre, Pinkie Pie, Rarity, Rainbow Dash, Fluttershy y Applejack viven en Villa Pony (segunda “sutileza”) esperando también el gran día. Pero aparece una villana mala, muy mala, a la que nada le gusta celebrar y mucho menos la amistad. Por supuesto todo se oscurece y ahora habrá que esperar noventa minutos más para que suceda lo que todos ya hemos anticipado, redención y lección a aprender incluidas.
Como todo relanzamiento la historia se vuelve a contar, y si bien no se puede negar la intención de contener en un guión, demasiado estirado, algún tipo de mensaje, lo cierto es que esta realización no termina de convencer, a los adultos porque quedan totalmente afuera de la propuesta, y a las niñas de tres a seis años (tal vez siete), a las cuales apuntan los productores, puede que la duración les juegue en contra. Ni hablar si tienen que llevar a los hermanitos varones. Habrá problemas en la sala, pero seguramente ese conflicto es más interesante que el proyectado en la pantalla.