Tal vez, con un porrito...
Empezó bien su carrera Ariel Winograd. Lo hizo contando sus propias vivencias en "Cara de Queso". Es que hablar de lo que se conoce es siempre un buen punto de partida para cualquiera que quiera contar una historia. Seguramente este también sea el caso. Tantas bodas con parientes judíos habrá presenciado Winograd, como para volcar en este, su segundo largo, una buena cantidad de clichés típicos.
El punto es que no aparece en este filme aquella mirada ácida e impiadosa expuesta sobre las situaciones y personajes de "Cara de Queso", aquí sí un trazo más grueso, y menos sutilezas. Es tal vez lo más criticable de "Mi Primera Boda", la falta de audacia. Contar como el novio es tan boludo como para perder no uno, sino los dos anilllos de boda a minutos de efectuarse la ceremonia, da para elucubrar las situaciones más hilarantes, pero eso no sucede. Al menos durante la primera mitad del relato; luego, como una catarata, se precipitan los hechos y la cosa empieza a funcionar.
Podríamos pensar en "La Fiesta Inolvidable" de Blake Edwards, donde el personaje de Peter Sellers es el centro de la acción y generador de todos los conflictos y los personajes secundarios apenas aparecen para dar apoyo a su actuación y reforzar cada gag. Daniel Hendler vendría a ser el centro aquí, y los personajes secundarios, la mayoría de ellos geniales, sólo están para dar mayor sostén a la historia. Pero ninguna situación encarada por Hendler llega a los niveles desopilantes exhibidos por Edwards, nunca cruza la línea, Winograd evita que el filme se vuelva salvaje, humorísticamente hablando. Y es una pena porque todo estaba servido para ello.
Servido estaba también el elenco, con un Pepe Soriano Maravilloso, una Soledad Silveyra descollante y un "Tano" Renni desaprovechado. Los únicos que cosiguen más atención y obtener más carnadura son Martín Piroyanski, cómico y eficaz, e Imanol Arias, tercero en discordia interpretado con solvencia y estilo. Queda para la anécdota la película aparte que hacen los Les Luthiers Marcos Mundsotck y Daniel Rabinovich, como el cura y el rabino que a bordo de un remise camino a la boda mixta, intercambian las más desoliplantes observaciones acerca de sus religiones.
Tecnicamente el filme es inobjetable, Winograd es todo un profesional y supo darle al relato el tono apropiado, tanto desde la iluminacion como en la puesta general. Puede que muchos gags pierdan fuerza por una cuestión de timing, pero es que hacer comedia es mucho mas difícil que hacer un drama. Es riesgo total y constante, por algo existen genios de la comedia, y no genios del drama. Porque lograr hacer una comedia ciento por ciento efectiva es consecuencia de una labor genial. Winograd tiene tiempo por delante.
De momento, está disponible "Mi Primera Boda", amable película para toda la famlia que ofrece una hora cuarenta de sano esparcimiento, sin riesgos.