Otra fiesta inolvidable
“Piensen bien antes de casarse”, dice Daniel Hendler mirando a la cámara. Él es Adrián el día de su casamiento con Leonora (Natalia Oreiro?). Su relato en contrapunto con el de ella anticipa que la fiesta fue un desastre. El género de las películas de bodas remite a títulos en los que los americanos han destilado humor, locura y sarcasmo. Ante ese desafío, el director Ariel Winograd arremete con lo que mejor conoce: su vida. Ya demostró talento narrativo en Cara de queso , la comedia ambientada en un country de familias judías, en plena década del 90. Notable inicio de Winograd, que otra vez pone sabor autobiográfico a las circunstancias de una boda insólita.
El comienzo introductorio da paso a la acción con diálogos breves que van acelerándose a medida que la película alcanza una velocidad crucero estupenda para el género.
Un contratiempo que no es menor, pero que se instala como el inicio de una catástrofe, arruina la maquinaria de la fiesta. La novia ha depositado en ese momento todas sus fantasías. Una estancia señorial es el lugar al que van llegando familiares y amigos, muestreo de personajes típicos, fácilmente reconocibles. El dato que condimenta el conjunto es el carácter de boda mixta. Adrián es judío y Leonora, católica. En el parque de ensueño todo esta dispuesto, tal como lo hacen las empresas planificadoras de bodas.
Daniel Hendler echa mano a su costado más delirante, como el ingeniero de poco carácter que hace de un detalle una hecatombe, secundado como en un dúo de cómicos por Martín Piroyansky, el primo de Adrián. Natalia Oreiro deslumbra con su presencia y pone la cuota de nerviosismo, mal humor y enojo al personaje. La acompañan Muriel Santa Ana, experta en complicaciones planteadas con naturalidad, y Soledad Silveyra, estupenda como la madre de la novia. Cínica y desubicada, Marta se pasea, copa en mano, estorbando y revelando la causa del carácter de la chica.
Debajo de cada vínculo hay razones y un pasado. Imanol Arias interpreta al ex de Leonora, sarcástico, pintón, depositario de la cuota de maldad imprescindible para que la comedia no luzca tan blanca. Se suman Gabriela Acher, Pepe Soriano?, y ‘ellos’, Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich, en película aparte.
Las horas no pasan para el cura y el rabino que hablan de bueyes perdidos y de religión, enredados en el desastre. Mi primera boda derriba el mito del Príncipe Azul con un guión muy divertido y todos ríen felices.