LO PEOR DE DANIEL HENDLER
Bardear películas argentinas es de mala leche. Iair Said, un chico piola que en esta película hace de DJ, es amigo mío en Facebook. El bardo tiene consecuencias éticas y más si uno está involucrado en el medio.
El estreno de Mi Primera Boda fue hace varias semanas, juntaron bastante plata y la crítica tiró arroz. Así que Ariel Winograd va a filmar otra vez y le deseo lo mejor.
Mi silencio se debía principalmente a Daniel Hendler, que considero el actor argentino más maravilloso de todos los tiempos. Maravilloso por carisma, no por destreza actoral. Uno pensaría en Darín, Chávez, Dumont o Cacho Castaña, pero la versatilidad para mí no es tan importante como la hipnosis.
Daniel Hendler me produce un magnetismo irresistible; es imposible no amarlo. Sus actuaciones son egoístas porque fagocitan el relato. No es un actor amoldándose a una película, las películas no pueden esquivar su presencia. Daniel Hendler usa a los directores, impone su personaje de porteño neurótico como un Woody Allen autóctono y lindo. Y al igual que Woody Allen, esta neurosis no se representa; se controla para su puesta en escena. Tartamudeo, mirada angustiada, verborragia, acto fallido, ira contenida, despiste, cinismo y respiración misteriosa son rasgos consustanciales de Daniel Hendler; su habilidad está en cómo plasmarlos sobre cualquier relato. Contaminación que lo convierte más en un realizador oculto que en una pieza actoral.
Los Paranoicos fue el máximo exponente de Daniel Hendler interpretándose a sí mismo. Tiranizó la película y su baile catártico con la música de Farmacia ya es parte de la historia del cine. El Fondo del Mar, 25 Watts, Esperando al Mesías, El Abrazo Partido, Fase 7: todas se inyectan la patología de Daniel Hendler y gracias a esta infección son películas enormes.
Bueno, resulta que Mi Primera Boda lucha por dos horas contra Daniel Hendler. Ahí está el chico, exponiendo lo mejor de su neurosis y de su humor mórbido, pero Ariel Winograd filma una comedia estupidísima en donde hay que reírse de Soledad Silveyra borracha, de una lesbiana pajera o de Pepe Soriano buscando faso.
Todo en esta película está mal. Todo. Si el público la encuentra divertida debemos repensarnos como sociedad y proponer medidas de fuerza para salvar al cine de esta grasa saturada en sus arterias.
De todos modos, no voy a permitir que Mi Primera Boda opaque mi felicidad ante la inminente llegada de Norberto Apenas Tarde, una película que dirigió el año pasado Daniel Hendler. Confío que cada fotograma reflejará sus muecas y eso la convierte de antemano en una obra maestra.