¡Qué día de casamiento!
El director Ariel Winograd ya había llamado la atención con su ópera prima: "Cara de Queso" (2006), mostrando un sentido del humor autorreferencial encomiable, ahora la emprende con esta comedia tan bien filmada como actuada, optando por un eje de popular conocimiento: las fiestas de casamiento, otro ítem al cual el cine nacional no le ha escatimado ejemplos que van de la remota y añeja "El casamiento de Chichilo" a "Qué noche de casamiento!", aquella de Víttori de 1969, aunque ya era "remake" de la de 1953 con el desopilante Francisco Charmiello.
Aquí Adrián y Leonora -que interpretan los actores uruguayos de origen: Oreiro y Hendler-, van a celebrar su boda en una bellisíma estancia con una fiesta a todo trapo, pero las circustancias harán que la cosa se complique y reine el caos. Jugosas situaciones de humor, por momentos de estupendo color negro van delineando ese maquillaje superficial que se sabe, recubre una y otra vez nuestras relaciones familiares y amistosas, cuando se supone un festejo inolvidable que acabará siendo otra cosa.
Hay un dicho que se sucede reiteradamente ante el surgir de algún problema de los novios, y es "Necesitás plata..???", que dicen sucesivamente padres y abuelo de los contrayentes, como si el uso del dinero fuese el único motivante de la sociedad que nos toca transitar. Y así se muestran esas miserias personales, por abajo del sutil chiste, remarcable por su contundencia, además cuantos de nosotros no hemos experimentado esos casorios patéticos (borracheras generalizadas, peleas varias, conflictos imprevistos, etc).
Una Oreiro estupenda, bellamente fotografiada -no en vano es la figura que es-, con unos momentos antológicos, a su lado un Daniel Hendler notable como siempre desde su simpleza de personaje, y los demás que sobresalen como el primo acelerado de Sebastián Piroyansky, los sacerdotes que van a oficiar en conjunto la boda: los "luthiers" Rabinovich y Mundstock qué están impagables, Muriel Santa Ana magnífica como siempre en la mejor amiga de la novia, y el español Imanol Arias con presencia soberbia que otorga al filme más calidad. En resumen reivindica la genuina, señera comedia criolla, un cine de género local que ha sido en algún momento bastardeado.
Lejos, lejos esta peli está por sobre cualquier título de sobre bodas yanqui, y a no dudarlo la calidad bien entendida, en esta ocasión si empieza por casa.