Los casamientos, como los funerales, suelen ser propicios para la comedia. Allí están “Novia fugitiva”, “La boda de mi mejor amigo”, “Cuatro bodas y un funeral”, entre otras. Esas circunstancias, ya sea para respetar el recogimiento y el dolor o para celebrar la solemnidad de la ceremonia, pueden inspirar a quienes se inclinan por el humor para aligerar la carga. Así lo hizo Ariel Winograd en “Mi primera boda”, en la cual se casan una mujer detallista y obsesiva y un novio medio despistado que pierde los anillos minutos antes de la ceremonia. En este segundo filme del realizador de “Cara de queso”, con Natalia Oreiro y Daniel Hendler, un ritmo aletargado”y algunas subtramas irresueltas no son causa suficiente para no disfrutar de una producción impecable en otros rubros.