Mi semana con Marilyn

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

La fragilidad de un "sex symbol"

Una cita ideal para conocer el ajetreado rodaje de El Príncipe y la corista, la película que protagonizó Marilyn Monroe junto a Lawrence Olivier en Inglaterra en la década del cincuenta, donde el actor también ofició de realizador.

Mi semana con Marilyn se convierte en la excusa para espiar el mundo íntimo y la fama del "sex symbol" de la pantalla grande que tantos suspiros sigue despertando cincuenta años más tarde.

La película está construída a partir de la mirada de Colin Clark (Eddie Redmayne), un joven inexperto (y perseverante) que se convierte en el tercer asistente de dirección de Lawrence Olivier (Kenneth Branagh) durante la producción de la película. La llegada de la exitosa Marilyn Monroe (Michelle Williams) al set causa revolución y pone los pelos de punta de todo el equipo: sus llegadas tarde, su adicción a las pastillas y sus inseguridades como actriz. Sólo Colin parece entenderla, protegerla y termina enamorándose de ella. El film está basado en su novela y en la experiencia que tuvo durante los siete días de rodaje.

El director Simon Curtis, quien viene de la televisión, logra una película redonda que conmueve y deja ver la faceta más frágil de una mujer que tuvo tres casamientos (llega a Inglaterra junto a Arthur Miller), una infancia ligada al abandono y un presente exitoso que no la hace feliz. Entre el glamour que encierra el número musical del comienzo y los avatares emocionales a lo que se expuso (y la expuso la industria del cine), se va conformando Mi semana con Marilyn, un mundo de celuloide en el que confluyen estrellas (y estrellados) y que también integran Julia Ormond, en el papel de Viven Leigh; Dougray Scott, como Arthur Miller; Judi Dench (una actriz de gran presencia) y Toby Jones.

El relato cuenta con una impecable Michelle Williams (ganadora del Globo de Oro a la mejor actriz) que acierta con su tono ingenuo y vulnerable, mientras Kenneth Branagh aporta su impactante transformación, al igual que el buen desempeño que lleva sus hombros Eddie Redmayne, en rol de Colin. Todos contribuyen para que la mirada nostálgica del relato diga presente en la pantalla grande.