Inspirado en hechos y personajes reales, registrados puntualmente en el libro de memorias de Colin Clark, refiere un momento de su vida que lo marcó a fuego. En 1956, pisando por primera vez un set de cine como asistente de producción, le tocó ser testigo directo de los avatares del accidentado rodaje de “El príncipe y la corista”. Recién casada con Arthur Miller y seducida por el prestigio de Sir Lawrence Olivier –quien iba a dirigirla además de ser su pareja en la ficción–, Marilyn Monroe viajó a Inglaterra para someterse a esta nueva experiencia. La estrella pasaba por el mejor momento de su carrera, pero su inestabilidad emocional complicó las cosas llevando el rodaje al borde de la catástrofe. Clark refiere con detalle estos sabrosos entretelones y Michelle Williams, nominada al Oscar, se lleva las palmas en la piel de Marilyn. El elenco británico, en el que destaca Kenneth Branagh, no se queda atrás.