SER COREANO EN ARGENTINA
Esta ópera prima de Cecilia Kang, autora del exitoso corto Videojuegos, pretende contar a partir de la propia historia de su directora parte de la cotidianeidad de los coreanos en Argentina. En la historia que -literalmente- empieza en Corea y termina en Buenos Aires, lo más interesante es que el descubrimiento de lo desconocido (en especial de parte del espectador) se evela al mismo tiempo que la sensibilidad de su protagonista.
En Mi último fracaso, lo universal se sobrepone a lo singular: tiene más peso específico el amor, el machismo y el sufrimiento que rodea a este linaje, su propia familia, sobre sus hábitos domésticos o los palitos que usan para almorzar. Con un minúsculo presupuesto, Kang entrega una película sencilla que aún así no escatima en poesía, risas y emoción.
El uso de la cámara subjetiva y la irrupción del equipo técnico en algunas escenas le quita al film la solemnidad necesaria para que no sea tildado como otro documental cosmopolita. La directora a veces deja la cámara en una posición fija para interactuar con sus seres queridos, el lente con el que filma termina siendo, también, su espejo.
Durante el 31º Festival Internacional de Cine en Mar del Plata esta película convivió en su programación con otra ópera prima más pretenciosa que estaba en Competencia Internacional muy parecida desde el tema a tratar: orientales que viven en Argentina. Lo que distinguió a la obra de Kang fue que tuvo mística y un mejor desarrollo.
Sería imposible obviar la aparición estelar del trío Los Panchos que aportan la canción del final, romanticismo y como si fuera poco el título del film. Coreanos en Sudamérica y musicalizados por mexicanos, de esto se trataba la globalización. Vale la pena verla.