Había una vez un gran comediante en los 90’ que tenía un brillo particular. Plástico para los roles dramáticos, Kevin Kline tuvo su cuarto de gloria con algunos hits que hoy aún circulan por el cable (y si no, busquen en tiendas especializadas) como “French Kiss”, “Dave” y “Grand Canyon”. Luego, comenzó a prestar su voz para cintas infantiles y le sumó malas decisiones en comedias menores, que fueron fracaso de taquilla. Tanto, que sentí que lo habíamos perdido.
No, por suerte el hombre está de vuelta. Y nada menos que con la encantadora Maggie Smith (“The best exotic Marigold Hotel”) y la competente Kristin Scott Thomas. Es más, el hombre detrás de las cámaras es el prestigioso escritor y dramaturgo israelí debutando en este rol, Israel Horowtiz en una adaptación de una obra escrita por él. Qué más se puede pedir?
Esperen. No todo es color de rosa. Es cierto que “My old lady” parece superficialmente (para quienes ven el tráiler como referencia) una comedia pura sobre un hombre que tiene que desalojar a una anciana de una propiedad para poder disponer de ella por cuestiones de herencia. Supongo que Adam Sandler haría una adaptación violenta de la cuestión, pero no. Aquí esto arranca como una film divertido pero con el correr de los minutos comienza a provocar emociones que nos acercan al drama familiar, todo, en forma cuidada, metódica y bien actuada.
Mathias (Kline) llega a París con sus últimos ahorros, viene de familia rica pero está quebrado y su esperanza es hacerse cargo de un departamento que su padre tenía en dicha ciudad. Pero he aquí que cuando llega a la casa, encuentra a Mathilde (Smith), nonagenaria, como inquilina sin ganas de irse. Y la ley francesa la protege, porque le permite quedarse allí hasta su muerte y encima (a tener en cuenta!) hasta puede cobrarle renta a Mathias por pasar unos días ahí.
De más está decir que esto desequilibra al ex-rico heredero, quien empieza a conocer a Mathilde más profundamente, mientras piensa como capitalizar rápidamente la situación. Hay mucho dinero en juego. Pero ella, esconde un secreto particular que se irá delineando a medida que transcurra la historia. Y para más, vive con su hija Chole (Scott-Thomas), quien también tiene una vida gris y entra en el cuadro, para complicar más aún el escenario, con el clásico condimento romántico.
“My old lady” tiene un poco de cada género que transita. Hay algo de romance, algunos tintes de comedia británica (deliciosos) y bastante de drama. Sin embargo, el punto alto de la cinta es el regreso del mejor Kevin Kline, con un despliegue de repertorio fantástico. Su Mathias atraviesa todas las emociones y en ellas, vemos el trabajo de un gran actor que está de vuelta. Las dos mujeres que lo acompañan son el soporte preciso para su labor. Muy buena. Bien Kevin, te extrañábamos.