Ya estoy cansado de ver malas historias pobladas por personajes interesantes. Si le han puesto tanto cuidado al desarrollo de los caracteres, ¿qué tanto les costaba esforzarse un poco más y proveerles una trama decente?. Incluso a esta altura diría que me conformo con historias recicladas de segunda mano, tomadas de filmes más famosos y reproducidas de manera casi textual. Ello es lo que ocurre en Mi Villano Favorito 2, la esperada secuela de uno de mis títulos animados favoritos. Mientras que la película es muy divertida por la gran cantidad de gags que posee, por el otro lado el desarrollo de la historia apesta, con el agravante que los nuevos personajes que aparecen en la entrega bordean lo insufrible.
Usualmente las secuelas son versiones 2.0 de los filmes originales: toman lo que los convirtió en un éxito, lo maquillan, lo expanden, y lo vuelven a vender como una versión mejorada. Aquí ello no ocurre - Gru ya no quiere robar el mundo ni ser el malvado más famoso del planeta, sino que se ha resignado a las tareas hogareñas con tal de disfrutar de la compañía de las tres nenas que ha adoptado -, con lo cual la franquicia se ve forzada a pisar terreno nuevo y completamente diferente. Eso mata bastante la efectividad lograda en la primera película - la del villano gruñon que termina por descubrir que tiene un corazón enorme -, y lo obliga a meterse en una trama trivial con pasos de comedia propios de una sitcom. Todo el aspecto emocional del original se ha diluído y aquí, para compensarlo, han intentado reemplazarlo con el incipiente romance entre Gru y una atolondrada agente secreto, la cual es tan divertida como un martillazo en los testículos. De todos los diálogos que le corresponden a la chica (voz de Kristen Wiig) el 90% bordea lo insufrible: o son chistes malos o son boberías sin gracia, o son exageraciones molestas. Imaginen a una versión femenina (y pasada de cafeína) de Mike Myers, disparando sin cesar chascarrillos insoportables y estirando hasta el infinito los remates que supuestamente son graciosos.
Hasta el trío de huerfanitas ha sido relegado a un papel decorativo, ya que la trama se centra en Gru y la molesta agente encubierta. Al menos las intervenciones de las huérfanas tienen su gracia - en especial cuando la mayor empieza a flirtear con el galán adolescente del shopping, algo que termina por poner de la nuca a Gru -, y por lo menos tenemos a los minions - esas hordas de incompetentes secuaces que parecen clones amarillos de los Tres Chiflados -, los cuales sacan a flote la película. Pero la historia es rebuscada y está mal desarrollada, como si la hubieran escrito a las apuradas en una tarde de domingo. A uno le da la sensación que en realidad los libretistas primero crearon los gags y después buscaron algún tipo de pretexto que sirviera para engancharlos con saliva en una especie de contexto. Por eso hay chistes pero no hay desarrollo de personajes, y el argumento está traído de los pelos, todo lo cual termina afectando el punto fuerte de la franquicia - que era la emoción que despertaban estos personajes -.
Me reí mucho con Mi Villano Favorito 2, simplemente porque desborda de chistes, pero debo reconocer que está plagada de fallas y no llega ni a la mitad de la estatura del original. Los personajes conservan intactos su carisma, pero los nuevos son harina de otro costal. Hay un pedante jefe del servicio secreto (el que parece una versión exagerada y rolliza de Edward Fox), y hay un desbordado villano latino al que le gusta disfrazarse como wrestler mexicano (voz de Benjamin Bratt, el que tuvo que reemplazar de apuro a Al Pacino, quien había grabado hasta el final sus líneas y, en un ataque de divismo, decidió retirar su nombre del proyecto). Ninguno de ellos tiene chispa. Por suerte están los chistes y la fantástica animación digital, la cual está llena de detalles y es impactante. Pero en donde se queda corto Mi Villano Favorito 2 es en el apartado más barato, y es la falta de ideas.
Si eligió ver o alquilar Mi Villano Favorito 2, sin dudas la va a pasar bien. Pero si usted amó al primer filme, verá que la secuela se queda muy corta. Aquí hay muchos chistes y un cálido reencuentro con personajes deliciosos, pero poca emoción y escasa originalidad. En todo caso es un espectáculo tibio recargado de pirotecnia, sólo que ésta no apunta a donde debería: el corazón mismo del espectador.
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