Despicable Me 2 es, ante todo, víctima de un error de criterio o de una lectura parcial de su público. A las claras, los personajes que más han resaltado desde la llegada al cine de la película original en el 2010 han sido los minions, motivo por el cual tendrán su propio spin-off a partir del 2014, con una producción enteramente dedicada a ellos y a sus orígenes. Al ser algunas de las criaturas animadas más reconocibles del último tiempo, Chris Renaud y Pierre Coffin, los directores de la primera, han decidido dejar en sus manos la totalidad de la secuela, lo que provoca su mayor limitación.
A falta de mejores ejemplos y con la abismal diferencia que separa a una de la otra, Mi Villano Favorito 2 sufre de aquello que complicaba a The Hangover Part II y a sus detractores. Si la película es en extremo divertida, ¿por qué criticarla? No es fácil emprenderla en contra de estos adorables personajes amarillos, principalmente porque todo lo que hacen es gracioso, el problema es que han excedido su propia premisa y, en ese sentido, ya no coexisten dentro de este universo. Los minions no eran Despicable Me, sino una parte dentro de un todo en el que lo central era la relación de Gru con las niñas y su consecuente alejamiento de los motivos malignos. Ellos eran obreros a las órdenes de un amo protagonista, no los personajes centrales de la historia, algo que tanto la dupla de realizadores como los guionistas de la primera –Ken Daurio y Cinco Paul-, perdieron de vista.
Despicable Me 2 divierte y lo hace bien. Más allá de que no se pueden oír las voces de Steve Carell y Kristen Wiig –peor aún hubiera sido si Al Pacino continuase a bordo-, el arte se impone para ofrecer una efectiva propuesta animada dentro de un nicho que cada vez se vuelve más exigente. Ágil, dinámica, con buenas secuencias de acción –la apertura es sublime-, una efectiva musicalización a cargo de Pharell Williams y con una paleta que explota en pantalla cada color del espectro, es una película original que tiene la rara cualidad de ser graciosa cada vez que lo busca.
Con tantas cosas a su favor, el gran problema no es el enfocarse en los minions, que como se dijo dan en el clavo en cada oportunidad, sino el hacer a un lado al resto de los personajes para ello. A excepción de un romance para Margo que la hace resaltar, las tres niñas brillan por su ausencia si se considera que encabezaron la primera, con una Edith que prácticamente no tiene voz y con un aprovechamiento parcial de la fantástica Agnes –esa suerte de Boo de Monsters, Inc. pero con plena conciencia de todo lo que pasa a su alrededor-, que si bien logra descostillar de la risa o emocionar con un solo parpadeo, tiene algunas participaciones ocasionales. Lo más notorio del cambio de enfoque se evidencia en la figura de Gru, quien tampoco termina de ser lo central de la película que se refiere a él en su título. La primera apelaba a su humanidad e instintos paternos, esta le encuentra la vuelta para girar en torno a otras cuestiones del corazón y así darle un tinte romántico. Lamentablemente su historia de amor con la alocada Lucy Wilde no termina de cerrar, porque el propio Gru acaba convertido en un secundario de su propio film. Despicable Me 2 trae risas, acción y más del doble de minions que necesitaba, no solo a causa de que tienen su propio proyecto en marcha, sino porque para hacerlo tiene que renunciar al desarrollo del resto de sus personajes.