La gracia de los malos
"Mi villano favorito" sorprendió hace tres años con unos héroes de estilo bastante infrecuente en el cine de animación. Gru, el protagonista, era justamente el malo de la película, además de desaprensivo, insensible y nada sociable. Su objetivo era nada menos que robar la Luna, con la ayuda de un científico loco, el doctor Nefario, y los Minions, unos seres que demostraban tener el ADN de Gru detrás de su aspecto simpático de cilindros parlantes e hiperquinéticos. Ahora regresan todos, pero en el camino perdieron parte de su gracia. No es que no resulten atractivos, y allí está todo el arsenal de recursos de la comedia física y las réplicas ásperas de Gru, ahora convertido en un padre dedicado de las tres hermanitas huérfanas y empresario en ciernes de una industria de lo más legal. Gru es convocado por la Liga Anti Villanos para aprovechar sus conocimientos de la mente criminal. Es el único capaz de identificar a alguien que robó una fórmula que convierte a quien la consuma en un monstruo peludo y voraz. En la misión lo acompaña Lucy, una especie de Chica Bond llena de gadgets y muy intrépida. Sin perder la calidad técnica, la película muestra la versión domesticada de este héroe, que a pesar de los años y su aburguesamiento, sigue siendo querible.