Que vuelvan los 80
A pesar que el título intentaba dejar en claro quien sería el protagonista en cuestión de la trama, lo cierto es que desde su primera entrega Mi Villano Favorito (Despicable Me, 2010) causó más furor por esos pequeños personajes amarillos adictos a las bananas, a los que no se les entiende casi nada de lo que dicen, los delirantes Minions, que su personaje homónimo del título, el villano favorito Gru.
Dando el lugar a lo que el público -infantil y adulto- pedía, la segunda parte corrió casi de cuajo al villano y nos dio una trama donde los protagonistas exclusivos eran los seres amarillos. Aunque la historia no era del todo entretenida, los despilfarros y torpezas de los amados Minions salvababan un poco las papas que quemaban en cuestiones narrativas.
En esta tercera entrega, aquellos fanáticos de los pequeños probablemente se queden con ganas de verlos más en pantalla, ya que Gru vuelve a hacerse dueño del argumento, y los Minions parecieran estar más de decorado, o como excusa para la búsqueda de algún momento cómico, los cuales escasean, y mucho.
En una vuelta de tuerca super trillada, aparece en escena un hermano perdido del protagonista, de nombre Dru, antagónico por excelencia a su gemelo: viste todo de blanco, porta una cabellera rubia, es multimillonario, algo tonto y con la intención clara de seguir los pasos de la villanía que heredó de su padre.
Esta es una de las tantas líneas argumentales que se lanzan en un guión carente de creatividad. Por otro lado aparece en escena (quizás siendo lo más interesante del film si no se repitiera tanto entre chistes y gag el malo en cuestión), Balthazar Bratt, quien fuera una joven estrella televisiva de éxito en los ochenta. Resentido por la cancelación de su show, y atrapado en esa atmósfera tan perfecta que se vivió en esa década, Bratt se ha convertido en el malvado por excelencia, siendo sus armas más significativas un chicle de goma enorme que envuelve a sus adversarios y unos pases de baile.
Mientras Gru intenta atrapar al malvado ochentoso, junto al poco lúcido Dru, Lucy (la mujer del calvo favorito) hará todo lo posible para desempeñar su rol de madre y acercarse a las hijas de él. Y en el medio de todo este relato, los Minions intentarán probar suerte lejos de su amigo, con escenas muy poco interesantes y momentos de comedia muy por debajo de lo que nos vienen regalando.
Como todo aquello que produce Illumination Entertainment, el rubro visual es de una animación correcta y a la altura de un trabajo magnífico, pero ya visto reiteradas veces. En esta era es lo mínimo que se espera de empresas de esa talla, y donde se ansía la diferencia de calidad, es justamente donde brilla por su ausencia. La trama no es original, entretiene con lo justo y pareciera estar más avocada a la presentación de nuevos personajes para futuras secuelas que en lograr un producto de calidad pareja.