La suerte, o el talento, no acompaña a Gru como agente especial a la hora de atrapar al divertido villano de esta tercera parte. Un exídolo ochentoso que tuvo su momento de fama como niño estrella de un programa de TV bastante bizarro y que planea vengarse de la humanidad por la gloria perdida. Con la voz de Steve Coogan en la versión original, lleva un walkman con hits de música pop y baila con polainas de colores mientras roba el diamante más grande del mundo. Despedido, junto a su esposa, Gru recibe una visita inesperada, un desconocido que le revela que tiene un hermano gemelo. Y a conocerlo parte toda la familia. El hermano, rubio y rico, vive en una especie de país vasco lleno de cerdos y opulencia, y a partir de esa reunión, la nueva familia agrandada se cruzará con el nuevo villano, en un guión plagado de chistes visuales, eficaces para todas las edades, buenas ideas y el encanto de los minions con su no idioma particular. La segunda parte, sin embargo, es otra vez la apuesta por la acción acelerada, personajes que vuelan y cosas que estallan, en una especie de larga secuencia que termina por aburrir un poco (nunca del todo, por la gracia de sus personajes). Más que aburrir, la insistencia en esa estructura de acción caótica final, borronea la originalidad para hacer que Mi villano favorito 3 se parezca a muchas otras películas, como siguiendo un patrón, una fórmula de tan usada, un poco ya gastada. ¿Se van a divertir igual en el cine, con este estreno que se supone viene a fortalecer la taquilla debilitada? Sin lugar a dudas.