Historia de amor, de locura y de muerte
El notable actor y director de Aprile, Caro diario y La habitación del hijo cede esta vez el protagonismo a Margherita Buy en el papel de una directora (alter-ego del propio Moretti en versión femenina) que, en pleno rodaje de un largometraje, sufre la degradación y posterior muerte de su madre, algo similar a lo que le ocurrió al realizador mientras filmaba Habemus Papa. Un emotivo, cuidado y preciso retrato sobre la locura del cine y la resignificación de la vida con John Turturro como comic relief en medio del intenso drama familiar.
Cuando estaba en plena realización de Habemus Papa a Nanni Moretti se le murió su madre. La sensación de estar dirigiendo una producción multimillonaria y de ser el máximo responsable de un inmenso equipo de filmación mientras sufría la pérdida de uno de sus seres queridos no pudo ser más contradictoria, dolorosa y absurda.
A partir de esa experiencia, el creador de Aprile y Caro diario concibió Mia madre, película en la que le cede el protagonismo a Margherita Buy (tercera colaboración con ella), quien interpreta a una directora que comanda el rodaje de una película sobre la toma de una fábrica que está a punto de ser vendida a un empresario estadounidense (John Turturro), mientras su mamá se degrada física y mentalmente en un hospital. Moretti, de todas maneras, se reservó un papel clave como el hermano pragmático de Margherita (el personaje se llama igual que la talentosa actriz); es decir, con características opuestas a las que suele encarnar.
Más allá del fuerte sesgo melodramático, Mia madre tiene unas cuantas logradas escenas humorísticas (sobre todo a cargo de Turturro, como un patético, egocéntrico y fabulador actor) y unos cuantos momentos de cine dentro del cine en el que se expone la locura (tanto en términos humanos como de producción) propia de todo rodaje.
“En esta película me río de mi propia neurosis como director”, confesó el maestro italiano. En ese sentido, hay en Mia madre un parlamento a cargo del siempre exaltado personaje de Turturro que resume ese sentimiento: “Quiero salir de aquí, quiero volver a la realidad”.
Entre las audacias y logros múltiples de Mia madre están el hecho de adoptar un punto de vista claramente femenino (el eje son tres generaciones de mujeres: la abuela, la madre y la hija) y el de trabajar diferentes diferentes planos (la realidad, la ficción, lo onírico, los recuerdos) que se entrecruzan de manera constante.
Película intensa y por momentos desgarradora –es la más parecida a La habitación del hijo, que le valió en 2001 la Palma de Oro en el Festival de Cannes–, Mia madre muestra a un Moretti más maduro, sereno, simple y contundente en su exploración sobre las implicancias de la muerte y la resignificación del valor de la vida. Algunos fans de la primera etapa de su carrera extrañarán cierto desprejuicio, esa apuesta por el delirio, el absurdo y la provocación que lo hicieron famoso, pero los cineastas cambian –por suerte– y Nanni sigue buscando nuevos rumbos en su filmografía.