Bello y pudorosamente emotivo film de Moretti
En “Mia madre”, Nanni Moretti narra los temores previos a un desenlace inevitable, primero con emoción contenida, pero cuando se suelta, lo hace de una manera delicada, pudorosa, ejemplar.
Nanni Moretti estaba en plena edición de "Habemus Papa" cuando su madre fue internada. Seguramente era un buen hijo, pero en circunstancias así, aunque uno se esfuerce, siempre queda la sensación de no haber hecho lo suficiente ni acompañado del mejor modo al ser querido. Cuatro años más tarde, expone algunas de esas situaciones y aflicciones comunes a cualquiera que haya pasado por algo similar.
La obra no tiene, ni quiere tener, la intensidad emocional de aquella enorme película suya sobre otra pérdida familiar, que se llamó "La habitación del hijo". Ahí describía el dolor posterior a un accidente fatal. Acá, los temores previos a un desenlace inevitable. La historia sigue a una directora de cine en pleno rodaje. Debe hacerse espacios para visitar a la madre, profesora jubilada, que otro hijo cuida a tiempo completo (roles cambiados, como suele pasar en estos tiempos). Pero ella también debe atender su propia familia, quizá también un nuevo amor que no sabe cultivar, y sobre todo su trabajo al frente de mucho personal que depende de sus decisiones, incluyendo un actor estrella que requiere trato especial.
Ese personaje permite al público distenderse con algunas escenas humorísticas. Y el rodaje que están haciendo, de asunto aparentemente ajeno al drama íntimo, también tiene puntos de contacto con ese drama. Moretti los coloca sin subrayados, como para que sean descubiertos "en una segunda lectura". El desarrollo entremezcla, además, sueños, recuerdos culposos y pesadillas en un mismo plano con la realidad, y la emoción está contenida. Pero cuando el desenlace llega, la emoción se suelta. Y lo hace de una manera delicada, pudorosa, ejemplar.
Hermosa, la pequeña charla de la abuela con su nieta en el hospital. O la escena donde los padres siguen de cerca las primeras vueltas de la nena en un scooter. La aflicción de la directora al asociar los personajes de su obra con los libros y saberes de la madre, que también van a perderse. Y el descubrimiento de "los otros hijos": los ex alumnos de esa mujer cuyas lecciones tal vez la hija no tuvo tiempo de escuchar (detalle autobiográfico, la madre del autor también era profesora). Excelentes, Margherita Buy, la veterana Giulia Lazzarini, John Turturro. En la figura, quizá compensatoria, del hermano, el propio Nanni Moretti.