Siempre hay películas en el Festival de Cannes que hay que volver a ver con mayor tranquilidad y ésta es una de ellas. En medio de otros títulos más fuertes, atrapantes y convocantes, este drama acerca de un mercader francés del siglo XVI (alemán en la novela original de Heinrich von Kleist, pero modificado aquí) al que le roban sus caballos y, siendo ignorado por la ley, decide salir a vengarse en una violenta persecución para conseguir justicia, pasó un poco desapercibido.
Mads Mikkelsen encarna a este hombre en un filme de un director que construye un muy buen clima de época y situación pero que no logra darle a la historia demasiado peso dramático. Da la impresión que la película se queda a mitad de camino entre una versión más radical sobre la novela y una adaptación más, si se quiere, clásica, por lo que no termina de convencer de ninguna de las dos maneras: resulta demasiado opaca como película narrativa y demasiado episódica y narrativamente frágil como adaptación más convencional. De cualquier modo, creo que amerita una segunda visión de mi parte. Los excesos cinéfilos de Cannes siempre se las cobran con películas como ésta… (Publicado originalmente durante el Festival de Cannes 2013)