Retrato sobre el artista renacentista Michelangelo Buonarroti que recorre su vida con sus obras inmortales.
Apoyado en el relato biográfico escrito por Giorgio Vasari en 1550, este drama presenta al artista desde niño hasta la culminación de sus días. La figura de Miguel Ángel es personificada por el actor Enrico Lo Verso (El ladrón de niños) y encarnando a Vasari está Ivano Marescotti.
Si bien el film logra adentrarnos por cada uno de los trabajos más significativos realizados por el artista, también nos conquista como espectadores al acercarnos humanamente al hombre detrás de sus magnificencias, brindándonos datos notables, quizás desconocidos por varios de nosotros, que nos refieren a su familia, estudios, anécdotas adolescentes, ambiciones, pensamientos, inclinaciones políticas, amores y frustraciones que van dando sentido a los orígenes creacionales de sus esculturas y pinturas.
Utilizando el recurso de la reconstrucción, con un planteamiento de puesta en escena más cercana al teatro que al cine, acompañada con una banda sonora ampulosa, los recuerdos de ambos personajes contados en primera persona, pueden tornarse solemnes pero igualmente logran equilibrarse ante la cualidad y calidad con que las obras maestras son exhibidas.
Mediante el uso de la fragmentación en planos en cada pieza, uno logra aproximarse para apreciar al detalle cada cincelada y/o pincelada del artista. Incluso el film maneja hábilmente las perspectivas para ubicarnos en relación a la dimensión en búsqueda de escalas reales, como por ejemplo decidiendo incluir en un mismo plano la escultura del David (mármol blanco de 5,17 metros de altura) al lado del actor que personifica a Michelangelo para entender definitivamente por qué la apodaron “el gigante”.
«Este tipo de precisión en las imágenes, apoyadas en avanzadas técnicas de efectos especiales y digitales, es la que logra puntos de vista únicos hasta el momento de obras como la Piedad, el David, el Moisés, El Juicio Final, la Bóveda de la Capilla Sixtina, la Cúpula de San Pedro, entre otras».
No hará falta saber de arte para acercarse al cine a contemplar un infinito.