Terror bajo la luz del sol. Crítica de “Midsommar” de Ari Aster.In
Después de sorprender el año pasado con “Hereditary: El Legado del Diablo”. El director vuelve con una gran propuesta terror distinta y visualmente chocante por la crudeza de sus escenas. Por Bruno Calabrese.
Ari Aster vuelve a tocar la misma temática que en su película anterior, el duelo y relaciones interpersonales conflictivas o tóxicas (ahora que está tan de moda esa palabra) Mientras en la primera era entre madre e hijos (con una pérdida incluida), en esta aborda desde otro tipo de relación, de una pareja de novios estudiantes en crisis. La muerte de los padres y la hermana de ella en circunstancias terribles, hace que ambos tengan que unirse para superar la tragedia, sobre todo el dolor de ella por la pérdida.
Comenzando con una horrible tragedia sobre un fondo oscuro y nevado, Midsommar envía a un grupo de estadounidenses al mundo bañado por el sol de un pueblo sueco aislado. El grupo está formado por Dani ( Florence Pugh ) y su novio Christian ( Jack Reynor ), junto con William Jackson Harper como el estudioso Mark y Will Poulter como el divertido Josh, que se ríe a carcajadas. La relación de Dani y Christian es tensa, por decir lo menos. De hecho, Christian ha jugado con la idea de deshacerse de Dani, pero aún no lo ha hecho. Su guía para todo este viaje es Pelle (Vilhelm Blomgren), quien es oriundo de la pequeña y remota aldea, y ha traído a sus amigos a casa para celebrar un raro festival de midsommar.
Como primera medida, tenemos que entender que estamos en presencia de una película de ruptura, cuya tensa y dolorosa relación entre Dani y Christian ocupa un lugar central desde el principio. Está claro que Christian no ama mucho a Dani, así como está claro que Dani tiene dificultades para ver esto y sigue dependiendo de Christian. A pesar de que en el prólogo no se explican los problemas de su relación, Aster se basa en sugerencias sutiles, junto con las actitudes de su actor, para resaltar cuán dañada y condenada está esta relación.
Para eso, Aster retoma premisas de clásicos del terror popular como “The Wicker Man” (la original, no la remake hecha por Nicolas Cage) para su segundo largometraje pero “Midsommar” tiene algo diferente, su sentido del humor. Es divertida, con Poulter robando una gran parte de la parte humorística como el hilarante y despistado Josh. Pero todo ese clima festivo aparente con el que circula la película es sacudido por escenas impactantes y momentos de violencia perturbadora.
A medida que se desarrolla la historia, las cosas en el pueblo se vuelven más terribles y mortales. Pero lo llamativo es que, en contraste con el ambiente sombrío de su antecesora Hereditary, el director de fotografía Pawel Pogorzelski lo muestra todo a pleno sol. Una experiencia surrealista maravillosa para el público que está acostumbrado al horror que se sumerge en la oscuridad.
Con solo dos películas en rápida sucesión, el director ha demostrado que comprende el género más que la mayoría. Con un estilo inconfundible e historias únicas y revolucionarias que contar, y que, a pesar de recurrir a películas pasadas para contar sus historias de terror, termina creando películas que se destacan por completo y de manera distintiva.
“Midsommar” es una película de terror diferente, aterradora e hilarante. Miedo increiblemente soleado y alegre pero novedoso y pertubador, con un director que viene pisando fuerte en el género. Una de las mejores películas de terror del año, que seguramente dividirá las aguas, pero que no pasará desapercibido para nadie.
Puntaje: 90/100.