Midsommar

Crítica de Fabio Albornoz - Ociopatas

Ari Aster ha creado una nueva grieta entre los cinéfilos. Su ópera prima, “Hereditary”, estrenada hace apenas un año, ya había sembrado una especie de polémica que no fue ajena a los propios amantes del género. Aster presenta una fuerte carga dramática e intelectual que muchas veces puede hacer que el espectador se sienta estafado.

Es interesante lo que hace este realizador neoyorquino, perteneciente a una nueva generación de cineastas que ya están pisando fuerte en la industria, generando nuevas cosas que escapan a las vías más convencionales del género. Jordan Peele, Ari Aster y Robert Eggers son indudablemente una tríada bastante gloriosa en la que podemos tener grandes expectativas de aquí a futuro.

Este 2019 luego de tantas demoras regresa con su segunda (y muy esperada) película: “Midsommar”, que nació directamente para sembrar un nuevo debate en el ambiente del cine: El film se centra en Dani, una joven que ha perdido trágicamente a sus padres y hermana. Chirs, su novio, le propondrá unirse a unas vacaciones en Suecia con su grupo de amigos. El objetivo, además de despejarse, es que uno de ellos pueda preparar su tesis centrada en un festival de verano que se celebra cada 90 años en la aldea donde se hospedaran.

Los rituales terroríficos empiezan a desarrollarse, y enseguida Dani sospecha de que hay algo más oscuro detrás de todo eso.”Midsommar” es un viaje extenso, agotador y exigente, que retoma algunas ideas ya trabajadas por Ari Aster en su excelente ópera prima “Hereditary”. Nuevamente el dolor y la tragedia dan paso al terror. Aunque en este caso, se ajusta un poco más a lo que sería la fábula adulta.

Una genial Florence Pugh transita este viaje reparador para superar la pérdida de su familia, y la inminente conclusión de una relación tan tóxica como frágil. Pugh representa la esencia perfecta de lo infantil, inocente y a la vez totalmente maduro. La tragedia la hizo crecer.

El primer plano nos anticipa de principio a fin lo que sucederá en la película. Se abre el telón, y nos sumergimos de entrada con planos que chocan mundos radicalmente opuestos que funcionarán como binomios del film. Por un lado, el bosque nevado (la fábula, el lugar reparador, la tranquilidad, donde los lazos humanos importan). Del otro, el bullicio de la ciudad dominada por el aparato tecnológico y la absoluta desconexión humana.

A partir de ahí, se puede diferenciar la estructura en dos grandes bloques. Los primeros 40′ abarcan el drama personal. Se trata de un bloque oscuro, solemne y desgarrador. Lo confronta una segunda mitad que parece otra película, con distintas búsquedas. La primera parte es sencillamente extraordinaria. Una vez llegados a Suecia, Aster se desata y el film se transforma en uno extremadamente colorido, diurno, alucinógeno y hasta por momentos graciosos. Ahí explorará el día a día de esta secta, con sus rituales y métodos peculiares.

“Midsommar” da paso a situaciones gratuitas que bordean entre lo ridiculo, desconcertante y perturbador. Se empieza a deslizar una especie de comedia negra que se burla de sus propios mecanismos, y ese parece el verdadero resumen: un cóctel indescifrable y muy fascinante a la vez.

A pesar de la presencia de la secta, Aster ofrece una mirada curiosamente optimista. Este lugar es construido como algo idílico, un espacio donde la protagonista puede llegar a encontrar una nueva familia que la respete y cuide. ¿Por qué negarlo? Es caprichosa en muchas decisiones, y Aster se regodea dentro de un cine más pretencioso. Pero es un realizador con sobrado talento (más como director que como guionista).

No es una película redonda. Le falta una vuelta de tuerca al guión, algo que rompa con lo esperable. Se acomoda en una rutina y nunca acaba de despegar del todo. Los 150 minutos que dura, se sienten, y son un capricho más dentro de los tantos que tiene la cinta. Con un metraje menor y sin esa repetición en algunas acciones demasiado ensanchadas, hubiese funcionado de forma más eficaz, no hay dudas.

Ari Aster ha vuelto a crear algo que es mínimamente interesante, por momentos irritante, genial y finalmente agotador. Una propuesta mucho más radical que “Hereditary“, y también mayormente detestable para sus detractores. “Midsommar” es la unión de piezas heterogéneas entre sí, totalmente atravesadas y fusionadas por el drama. Un muy buen segundo largometraje, imposible de encasillar, pero que augura en Aster la figura de alguien que tiene mucho para decir.