Ari Aster, director de “Hereditary” (2018), una reciente película de terror que alcanzó el status de “cine de culto”, propone otro relato que también profundiza en el horror proveniente de los cultos y rituales paganos. “Midsommar” es como otro capítulo en su filmografía que vuelve a tratar cuestiones como el dolor, la pérdida y el duelo, pero de manera más sutil y metafórica si se quiere. No obstante, esto no significa que esta cinta sea mejor o peor a la anterior pero sí claramente resulta un viaje diferente en cuanto a la experiencia audiovisual que ofrece en relación a su primer largometraje.
La obra cuenta la historia de Dani (Florence Pugh), que tras perder trágicamente a su familia intenta refugiarse en los brazos de su distante novio, Christian (Jack Reynor). Este último, ha pensado en dejarla últimamente pero teniendo en cuenta la experiencia traumática por la que transita, siente lastima y la invita a sumarse a un viaje que tenía pensado realizar con su grupo de amigos. Este grupo de jóvenes norteamericanos tienen pensado viajar al viejo continente, más precisamente a Suecia para acudir al Midsommar, un festival de verano que se celebra cada 90 años en una aldea remota del país escandinavo. Lo que comienza como unas vacaciones de ensueño en un lugar en el que el sol no se pone nunca, poco a poco se convierte en una oscura pesadilla cuando los misteriosos aldeanos los invitan a participar en sus perturbadoras actividades festivas.
Una propuesta más que interesante, enigmática y en cierto punto hasta pretenciosa la que nos propone Ari Aster, que incurre en el cine de género explotando un costado más psicológico pero sin dejar de lado el gore y el sadismo característico de este tipo de obras. En propias palabras del realizador, esta es una película sobre “rupturas”, ya que tuvo en cuenta varias relaciones personales a la hora de escribir el guion. El film puede recordarnos a cintas del estilo de “The Wicker Man” (1973) pero lo que destaca al largometraje del realizador neoyorkino es una marcada estética y la atractiva mitología que crea a partir de culturas y lenguajes antiguos así como también ciertas tradiciones provenientes de Suecia y otras naciones escandinavas.
Asimismo, el realizador va dejando sutiles marcas o detalles a lo largo de todo el relato donde se puede ir anticipando lo que veremos a continuación. De hecho, la ilustración que se encuentra al inicio de la cinta es como una suerte de anticipación de lo que vamos a ver en toda la historia, donde se marcan datos claves que van sucediendo en los distintos actos que conforman al film.
Una película que busca continuamente la incomodidad y la perturbación del espectador al igual que la de sus personajes principales que se encuentran en el seno de una cultura que les es ajena, al menos a la mayoría ya que hay uno de los amigos que es oriundo del lugar, al mismo tiempo en que sus relaciones comienzan a deteriorarse. Un marco más que perfecto para que sean sometidos por los lugareños que tienen motivaciones ocultas.
Si bien puede estar un escalón por debajo de “Hereditary” en términos narrativos, el director se las ingenia para mantener su impronta y la atención del espectador a lo largo de las dos horas y media de duración de la cinta (hay un director’s cut de la misma que dura 3 horas y que la productora le dejó lanzar meses después del estreno a Aster). A su vez, las interpretaciones son impresionantes, en especial la de la joven protagonista, Florence Pugh, que demuestra grandes cualidades actorales ya insinuadas en “Lady Macbeth” (2016).
Por otro lado, se destaca la fotografía de Pawel Pogorzelski, que nos demuestra tras una sutil y colorida paleta los parajes escandinavos que contrastan con la oscuridad de los hechos relatados y la perturbadora banda sonora de The Haxan Cloak (“Blackhat”, “Triple 9”) que también contribuye a la creación de la atmósfera asfixiante de la pequeña comunidad sueca.
“Midsommar” es un film interesante que podrá tanto gustar como no gustar a los espectadores. Una película controversial que representa una experiencia audiovisual inspirada, bien dirigida y con grandes actuaciones. Un triunfo de Aster que si bien está por debajo de su ópera prima continúa siendo una obra seductora.