Al nivel de grandes maestros del terror y el suspenso
Mediante abruptos cambios de tono y solapados anticlímax de humor negro, el director español sacude al espectador con tremendos niveles de suspenso.
Muy de vez en cuando aparece una película que depende de ideas y de imágenes y no de fórmulas ni presupuestos millonarios para recordarnos el placer de descubrir joyas de maestros como Don Siegel, Richard Fleischer, Jacques Tourneur, Roman Polanski o incluso el joven Steven Spielberg.
"Miedo profundo" es una de esas películas con la capacidad de devolvernos el placer del cine en estado puro y, además, da toda la sensación de que su razón de ser es este objetivo.
Más allá de que hay un tiburón malísimo, la referencia a Spielberg es más sutil, y tiene que ver más con ese formidable ejercicio de estilo de suspenso, superacción y un toque metafísico que fue "Reto a muerte" ("Duel"), en la que sin motivo aparente un tipo común era acosado sádicamente en la carretera por un misterioso camionero.
Acá, una surfista de Texas, por conflictos personales, necesita dar con la paradisíaca playa sudamericana en la que sus padres se enamoraron. Llega al sitio, que no figura en mapas, sola, haciendo dedo con su bolso y su tabla de surf. El sitio es realmente maravilloso, con sólo un par de surfers locales, que aunque hablan otro idioma le hacen entender que hay que prestarles atención a los cambios de mareas, las intempestivas olas gigantes y los filosos arrecifes de coral.
De los concisos 87 minutos de metraje, casi un tercio no está dedicado al suspenso, sino a plasmar la belleza y felicidad de atrapar una ola gigante en ese paraíso. Lo que lleva a la noción de que no moderarse a tiempo esperando una última ola puede convertir todo en una pesadilla.
El catalán Jaume Collet-Serra, luego de éxitos como "La huérfana" o "Non stop - Sin escalas", podría tener el budget que se le cante, pero prefirió construir un relato visual totalmente personal, con abruptos cambios de tono, solapados anticlímax de humor negro, para sacudir al espectador con tremendos niveles de suspenso. La fotografía de Flavio Martínez Labiano combinada con el brillante score de Malco Beltrami a veces quitan el aliento. Y justamente en los momentos más terroríficos se acentúa la fascinante belleza de muchas situaciones que mantienen a esa chica en permanente agonía.
Ni Blake Lively ni la gaviota que la acompaña media película van a ganarse el Oscar, y está claro que esto no es "El ciudadano", pero es una de esas joyitas que la gente seguirá redescubriendo durante décadas.