Entretenimiento genuino que logra construir un universo propio
Cualquiera que decida abordar un film sobre posesiones satánicas deberá saber que jamás podrá quitarse la mochila que se tiene por la concepción hace ya más de 40 años del ícono sobre esta temática. Así como “El exorcista” (William Friedkin, 1973), cualquier obra que decida incluir un escualo como el villano a lidiar contendrá a “Tiburón” (Steven Spielberg, 1975) como un referente ineludible. Los fracasos encolumnados desde aquella vez son una tonelada y le ha costado el puesto a varios.
“Miedo profundo”, sin embargo, juega a otra cosa. Toma algunos elementos como pinceladas pero se propone establecer un juego del gato y el ratón vertiginoso y lleno de adrenalina, generando sensaciones que hace algún tiempo no se vivían con esta intensidad desde la butaca.
Nancy (Blake Lively) tiene algunas razones para estar en la playa donde se plantea la acción. Razones que luego se convertirán en la serie de eventos desafortunados que desatan el duelo. La cuestión es que surfear esas aguas la llevan a tener un accidente del cual sale a flote, pero queda “atrapada” en una piedra muy pequeña alejada de la costa, como si fuese una baldosa de dos por dos. Nancy es acosada por un tiburón con mucha hambre y pocos escrúpulos. De cómo quiere e intenta salir de ese asedio se tratará éste estreno.
Es cierto, el cuento se ha relatado miles de veces, pero no por eso deja de ser efectivo cuando está bien contado. Jaume Colette-Serra se las ha arreglado para llevar al espectador al límite de la tensión con grandes encuadres e imágenes, pulso narrativo a partir de un montaje preciso, certero, y sobre todo con la gran dirección actoral para Blake Lively, una actriz que logra la empatía a partir de un excelente dominio corporal, a la vez de economía gestual cuando el personaje se lo pide.
“Miedo profundo” habla de un enfrentamiento natural. Hombre y bestia juegan al ataque y la defensa confrontando sus inteligencias, midiéndose a cada acción. Este juego va a ir nutriéndose de puentes narrativos necesarios para aflojar la tensión. Se trata de una producción notablemente filmada para un entretenimiento puro, genuino, que logra alejarse del emblema para construir un universo propio. Altamente recomendable.