Jaume Collet-Serra, director catalán que erigió gran parte de su carrera cinematográfica gracias a sus colaboraciones de superacción junto a Liam Neeson y algunas películas de terror, mezcla todo en “Miedo Profundo” (The Shallows, 2016) e intenta dejar su huella junto a “Tiburón” (Jaws, 1975) de Steven Spielberg.
Nancy (Blake Lively) llega hasta una paradisiaca playita escondida de México con la intención de surfear y escapar de sus responsabilidades. Este es el mismo lugar donde su mamá remontó las olas por última vez antes de quedar embarazada, y esta es la forma que encontró de rendirle homenaje tras que perdiera la batalla contra una terrible enfermedad.
Acá está Nancy, sola frente a las olas y consiente que debe regresar antes de que suba la marea. Nadie sabe su ubicación, salvo algunos lugareños y otros surfistas que se acercan hasta el lugar, pero eso no importa porque ella quiere y necesita estar sola.
La liberación que le da el deporte pronto se ve interrumpida por la llegada de un visitante inesperado: un enorme tiburón blanco acecha la zona y encuentra en la joven su mejor aperitivo. Tras ser mordida en un muslo, Nancy logra ponerse a salvo en unas rocas a cien metros de la playa. Sus conocimientos en medicina son útiles (acaba de abandonar la carrera, justamente debido a la muerte de su madre) para los primeros auxilios, pero necesita ayuda antes de desangrarse.
Así empieza la lucha por la supervivencia, la de ambos especímenes. Las horas pasan, la marea sube y el escualo acecha en las aguas esperando que su presa se sumerja para dar el golpe definitivo.
Piensen por un momento en “127 Horas” (127 Hours, 2010) en el agua y con un tiburón asesino. Nancy lo pasa mal, sufre y no le sale una, hasta que decide tomar cartas en el asunto. Collet-Serra juega con la tensión y todo recae sobre los hombros de Lively que, constantemente, sale de Guatemala para meterse en Guatepeor, y eso es lo que empieza a molestar después de un rato de verla luchar contra tanta adversidad.
Blake es la protagonista absoluta y, después de un tiempo, ya no hay mucho que contar. La historia empieza a dar vueltas en sí misma y, aunque mantiene la atención del espectador, no consigue los mismos climas terroríficos de Spielberg, ni el drama que experimentaba James Franco en su odisea.
“Miedo Profundo” termina siendo una anécdota donde se ven lindos paisajes, las destrezas surfísticas (y el cuerpo) de Nancy, mucha sangre (ojo los impresionables), pero nada más. Le falta cinco pa’ el peso. La acción está bien y Collet-Serra sabe como filmarla desde diferentes puntos de vista, pero necesita de un contrapeso dramático para que nos preocupemos (un poco más) del bienestar de la protagonista.
Estas fallas se notan mucho más al final con una resolución apurada que desentona con lo pausado y medido del resto del film. El clima que se construye a lo largo de toda la película hace un poquito de agua con un epílogo que sobra y no aporta nada.
Igualmente, “Miedo Profundo” sale airosa en su planteo y en ofrecer una hora y media de acción y tensión. Todavía está a años luz del monstruo de Steven Spielberg, pero al menos es más digna que bodrios como “Alerta en lo Profundo” (Deep Blue Sea, 1999) y sus escualos súper inteligentes.