Uno de los géneros más abarcativos que tiene el cine es el thriller. No es sencillo de caracterizar por esta misma razón, pero las emociones que debe causar sí son claras. A diferencia de otros géneros, en los que se obedece más a una fórmula o un ritmo ya estudiado, en el thriller se busca tener al espectador con el corazón en la garganta. Hay infinitas posibilidades en cuanto a la trama, pero la excitación, la intranquilidad, la desconfianza, el asco, la euforia y otros sentimientos sumamente fuertes son lo que convierte una película cualquiera en un thriller. Puede hacer pareja con cualquier otro género sin quitarle consistencia, convirtiéndolo en uno de los más ricos y amplios que tiene el cine hace años. El misterioso océano es, naturalmente, uno de esos grandes miedos humanos capaces de generar dichas emociones.
La familia de Nancy (Blake Lively) ha recibido un gran golpe: su madre falleció luego de una difícil lucha contra el cáncer. Su manera de manejar esta fea experiencia es viajar sola surfeando alrededor del mundo. Su próxima parada es una playa paradisíaca en México, casi desierta. Las cosas se complican cuando un sangriento accidente la obliga a pasar la noche en una pequeña roca mientras en el agua la espera pacientemente un gigantesco tiburón.
La dirección estuvo a cargo de Jaume Collet-Serra, conocido por dirigir La Casa de Cera en 2005 y La Huérfana en 2009. Su guionista, Anthony Jaswinski, no tiene una carrera muy extensa ni celebrada, pero tal vez sea The Shallows lo que lo ponga en el mapa.
The Shallows es una de esas películas de suspenso en las que casi todo el trabajo histriónico recae sobre una persona. Al igual que Ryan Reynolds en Buried (2010) o Robert Redford en All Is Lost (2013), Blake Lively (Savages, 2012) es la única encargada de tener al público al borde del asiento, algo que hace sin dificultad. Semejante responsabilidad es difícil de acarrear, pero su habilidad la llevó a lograrlo, a pesar de que en algunos momentos se la usa más como eye-candy que como un personaje de verdad. Es inspirador e interesante ver a personajes femeninos casi de acción cuando son ingeniosos y resourceful, muy a la Mary Elizabeth Winstead en 10 Cloverfield Lane (2016). En los últimos años, estos papeles se han hecho más frecuentes. Si bien son en películas que no llegan a la calidad de Alien (1979) con el personaje de Ripley o de Terminator (1984) con el de Sarah Connor, una tendencia comienza a marcarse y se crea un antecedente interesante para el cine de acción que viene.